La noche del miércoles fue una noche preciosa, fui invitada a participar en esta lectura íntima en un lugar mágico como pocos he visto en mi vida: el taller de una gran artista plástica argentino-mallorquina, en el que conviven sus esculturas fascinantes con los cuadros no menos hermosos de su padre, el pintor y escritor Cándido Ballester. Qué delicia de noche y qué familia talentosa, incluyendo a Marcela Ballester, que también leyó su prosa poética y a Santi, que ya lo han visto lo bien que se desenvuelve escribiendo sus propios relatos.
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