domingo, 9 de septiembre de 2007

Creo que ya lo he encontrado

Antes, hace unos años, estuve muy preocupada por encontrar mi vocación, mi lugar en el mundo, y en esa búsqueda un día surgió esto:

Un lugar en el mundo


A veces pienso en lo difícil que es encontrar el lugar que nos corresponde en el mundo, mucho más en uno como éste, tan delimitado en sectores: los carpinteros por aquí, los doctores por allá... ¿y el que no sea nada? Pues no hay sitio para un don nadie, o quizás la bodega de los don nadie, donde se los añeja sin que vean la luz hasta que sean alguien y puedan ser situados en algún compartimiento.
Una vez conocí a una mujer muy sabia, que predicaba la palabra de un dios, ella me dio una esperanza para mi búsqueda de purgatorio: sabía cuál era su lugar, un sitio invisible, lejos de la bodega y de los albañiles, y esa noche dormí en paz. Al día siguiente pensé: tengo que hacerme su amiga, debo apoderarme de su sabiduría, con ese pensamiento egoísta de quienes no tienen lugar en el mundo. Acto seguido intenté llamarla por teléfono, pero el suyo siempre estaba ocupado. Nunca más pude escuchar aquella voz serena, y me sentí frustrada, ignorante, y le escribí una carta donde decía: quiero ser tu amiga, cuando en realidad quería poner: quiero ser tu sombra y beberte la sangre; y la mandé al correo esperando su vuelta con algunas letras cargadas de consejos, pesadas y concisas letras que suponía debían abrirme los caminos para encontrar mi sitio en el Olimpo invisible de los sabios. La carta regresó a la semana, tal cual la había mandado, sin ser abierta, sin un rasguño apenas, ni por curiosidad, mi sobre dentro de otro mayor; mi dirección escrita como al descuido, pero sin ser abierta. Se me nubló la vista de llanto y de desdicha por no poder llegar a la sabiduría y así alcanzar mi lugar en el mundo.
Sobrevino entonces el despecho, como humana terrena, como escritora herida en su ego-istmo o como una aburrida camarera.
Me dije que no escribiría más, y así lo hice, no toqué más la pluma ni el teléfono para dirigirme a doña erudición. Pasaron muchos días, hasta hoy en que me siento bien, en paz con mis ancestros, y he reflexionado un poco sobre lo que ha sido mi vida – esa búsqueda inquieta de una cueva en qué pasar los años, esa persecución en la que he sido un poco de cada cosa: cosmonauta, asesina, casi siempre adolescente, y sonreí recordando a aquella mujercita que, al fin y al cabo, no era tan sabia, porque adoraba a un Dios. Pensé en ella y me dije que quizás no lo era tanto, en definitiva, pero que era especial, y su aura, ese reflejo inequívoco de haber encontrado su sitio, se la había granjeado ella misma, tal vez luego de serias deliberaciones o choques provechosos.
Pensé también que a lo mejor yo había encontrado mi lugar en el mundo, porque ya no veía en ella ni en los dioses algo sobrenatural, sino que mi mirada se había posado en un horizonte en cuyo rasero todo estaba al nivel de la tierra y, de paso, a mi propio nivel: pintores, albañiles, drogadictos, la puta de la esquina… No existen ya bodegas para raros, ni seres superiores, ni mujeres tan sabias, sólo seres pasando de uno a otro pasillo: sabio, necio, necio, imbécil, sabio… como líneas discontinuas o estados estacionales.
Y concluí que quizás mi lugar sea estar a una distancia determinada de esa mujer tan especial, saber que existe y mirarme en su espejo para reconocer mis defectos e intentar cambiarlos, como vía crucis para llegar a mi lugar, a mí misma o a la idea superior de mí misma. Girar en torno a ella, equidistantes, noche-día-día-noche, saber que si algún día pasa algo habrá un oído atento, un reservorio de penas y nada más. Desde entonces el sitio dejó de preocuparme.

5 comentarios:

General Electric dijo...

Sabias palabras! Me ayudan a descubrir también mi lugar en el mundo: esa bodega de los Don Nadies. No sé por qué a mi se me antoja un sitio divertido; que huele a robles y buenos licores...

Tomaré unos rápidos apuntes antes de que se me olvide:

Proyecto para el próximo año: exploración sosegada y profunda de mi donnadiedad...

Cronograma: una vida por delante...

Nueva etiqueta: Añejo Reserva. Y renuente al descorche

saludines

Jose Varela dijo...

Nada podras encontrar que no este dentro de ti. Toma tiempo para explorar los tesoros que llevas dentro desde el dia en que naciste. Solo asi podras encontrar un lugar en este mundo, solo asi podras ser sabia y ya nunca mas tratar de ser "sombra" de nadie.

Ivis dijo...

General, qué tipo más creativo, eres genial.
Me encanta tu blog, por cierto, uno de los más originales de la blogosfera.
Gracias por pasarte por aquí.

Ivis dijo...

Primo, cuánto tiempo. Bueno, afortunadamente ya creo haber hallado un lugar en este mundo, y me siento feliz por ello, pero nunca está de más replantearse el camino, siempre hay tiempo para corregir la marcha.
Muy cierto eso de que hay que buscar dentro de uno mismo.
Gracias.

Jose Varela dijo...

Hola prima. Todo camino tiene su origen desde el centro de nuestro ser. Yo se que tu lo haz encontrado, por eso me siento feliz de tenerte en mi vida. Besos y adelante.