lunes, 12 de marzo de 2012

Oveja posmoderna

Escribir algo que te parta en dos y te lance una granada a la cabeza, para que tu cerebro estalle en mil pedazos, como fuego de artificio que busca elevarse para ver desde arriba.

Elevarse, sí, que todo es pose y vulgaridad en esta vida si no dinamitamos la rutina, si no ponemos zancadillas a ese perezoso que siempre aflora, con su lento y automático andar, día tras día, hora tras hora, buscando acomodarse en una esquina del camino, ansiando el así llamado “statu quo” esa invención absurda y conformista que nos convierte por su merced en autómatas o en mansos caballitos, con los ojos repletos de deseos (reprimidos) y el espíritu (esa cosa ancestral) dormido como niño muerto. ¡Caballitos!
Ya sabes que me niego a dejarme acunar por esos cantos de sirena, no hay tiempo que perder, ésta es mi lucha contra el statu quo y toda esa filosofía conformista. Éstas son mis banderas y mis bombas son ideas. ¡Ah, pero qué poético suena esto! Como si no supiera que el inconformismo revolucionario es otra trampa que deriva en cómoda pose: la moda subversiva, desorden que se impone como orden, al cabo, retahíla de gordos calvos que siguen soñando con la paz mundial, hijos de esos rebeldes trasnochados que comen sólo hierbas, y se van a África a demostrar cuán solidarios son, mientras consumen contracultura por un tubo. Asco de futuro.

Estamos en un laberinto, un círculo vicioso, el campo minado de los esquemas repetidos hasta la saciedad. Y total, este puto mundo jamás dejará de moverse en la órbita del sol.

¡Ay, mansa palomita de las ideas!


¡Oveja posmoderna, siempre serás una más en el redil!

martes, 6 de marzo de 2012

Tanto amor

Soplo mi té caliente
esta tarde de marzo
y el humo me ilumina:
hay tanto amor en este mundo esperando por mi...

Y yo que no sabía
que podía contar con esa baza
de pronto me doy cuenta
de lo rica que soy.

Hay tanto que ajustar
por esa regla
en mi mente y en la mente de todos...

Habrá que hacer canciones
optimistas
y entrenar la mandíbula
y las ganas
y el abrazo sincero y la caída
de ojos seductora
y los besos con lengua
al aire y al espejo (con carmín)
desesperadamente apasionados
(porque tanto amor tiene
que ser correspondido).

En busca del milagro

Quizás lo más hermoso
está donde te falta,
paisaje desbordado
más allá de la lente
que intenta condensarlo.

El gesto resignado del que acepta
que la felicidad nunca es completa y pese a todo
se dispone a quemarse
a vivir cabalmente
en busca del milagro
pues la vida
no es una ciencia exacta.

Y quizás sea posible
vivir sin preguntarse
para qué hemos venido.

Esto (y también lo otro)

Nunca he estado más confundida, al mismo tiempo nunca he estado más lúcida. Es que las paradojas acontecen tan cotidianamente, que su goteo agridulce me ha llevado a pensar que el mundo se compone de agua y paradojas. Y qué curioso, pienso, que nadie haya notado esta evidencia. ¿Y qué pasa que de esto en la escuela no se habla? Cansada estoy de sufrir en mis carnes los estragos provocados por la influencia del pensamiento unívoco sobre la educación, como si el mundo se dividiera (realmente) en buenos y malos, inútiles y válidos, verdades y mentiras... Paradojas, nomás que paradojas... ideas contrapuestas que se asocian para dinamitar nuestros esquemas, realidad incontenible, inefable, sórdida, habitando en nosotros como un cáncer. Ying y Yang, Yong y Yung, aristas infinitas de un diamante que tuvo la suerte de brillar, pero que pudo haber sido negro como la noche, y que lo es, de hecho, si la luz no lo toca con su magia. Da que pensar, ¿verdad? Por eso siempre me cuesta decidirme, porque no tengo claro que haya una única senda, una respuesta clara, una suma redonda. Apenas circunstancias, prioridades, y números tendiendo al infinito. Y paradojas.