lunes, 15 de noviembre de 2010

Doble o nada

Como cuesta el poema cuando me lo propongo
como engaña la vida con sus cebos
qué lejos queda siempre el infinito
como cansa el amor, cuando es eterno.

Pero la muerte cierta nos libera
lo mismo que una puerta que se abre
y la angustia termina con la cita.

Las dudas del amante
se vuelven bofetadas de amargura
y soñar cuesta caro
-calculo mientras juego
mis últimos ahorros-
"doble o nada": la apuesta
porque la libertad no tiene precio.

lunes, 20 de septiembre de 2010

¡Siacará!

Esta humanidad ha dicho ¡basta! y ha echado a andar...
Qué falta me estaba haciendo recuperar este espacio de intercambio con el mundo... volver a repasar este teclado sin más objeto que el de dejar fluir mis pensamientos, aún los más simples, y con ello sentir la plenitud de engendrar algo, aunque sepa que todo está inventado y que se trata apenas de una ilusión.
Cada vez siento más la necesidad de disciplinar mi rebeldía para con el mundo; lo que comenzara como un acto de individualismo se va convirtiendo en un acto social: yo y mi universo, yo y mis lectores... y no está mal que sea así. Todos crecemos, todos nos necesitamos al fín, pensar que una golondrina hace verano es cosa de adolescentes, y yo ya no soy precisamente quinceañera.
Hoy siento renacer en mí el espíritu aventurero que en el pasado sucumbió bajo el peso de las responsabilidades y los disgustos. Creo que el otoño va a convertirse en mi estación favorita pues me trae claridad mental y espiritual. El verano me pone de cabeza: demasiadas alternativas, demasiado sol como para quedarse en casa. El otoño me devuelve la paz del recogimiento, la luz tenue de las cosas verdaderas. Me embarga una tristeza no del todo triste porque en el fondo -a pesar de extrañar los días de sol- quiero ver qué me depara el invierno, y sobre todo agradezco haber llegado hasta aquí de una pieza (aunque esto último sea discutible).
Me siento tan trascendental, que sin duda debo estar bajo el influjo de alguna luna creciente... Soy consciente de todos mis errores y de la imposibilidad de echar atrás los relojes, pero eso cada vez me preocupa menos pues poco a poco voy sintiendo una fuerza emerger desde mi centro: fuerza bruta, rabia, deseos de morder o quizás de reír a carcajadas hasta quedar exhausta. Deseos de soñar con peces de colores porque me da la gana, porque el mundo está lleno de peces de colores aunque no todos puedan verlos, porque soñar es gratis y no hace daño a nadie, porque el amor existe y es importante, porque la amistad es un poder incuestionable, y porque la libertad al cabo se abre paso por entre los barrotes y muestra su sonrisa agradecida, y es bella la sonrisa, bella y sin prejuicios, abierta, triste a veces, pero siempre sonrisa, tal como debería ser la vida.

lunes, 12 de julio de 2010

Caminos

Después de mucho andar, regresar al mismo punto brinda una especie de tranquilidad que reconforta, aunque no se hayan llenado los bolsillos más que de fantasías. El tiempo es lo que cuenta, desandarlo de alguna manera, un pie detrás del otro, respirando, observando, viviendo, dándole cuerda al reloj para que no se detenga.
Si tengo que ser sincera he de decir que lo de dar cuerda al reloj últimamente a veces se me olvida: son tantas y tan intensas las emociones que he vivido, que unas horas de ventaja se me hacen absolutamente indispensables para recrear la ilusión del tiempo detenido y conseguir a cualquier precio el silencio de los sentidos y también del dolor. Silencio: no tener que aprender nada nuevo ni observar un paisaje que nuestras pupilas no hayan registrado ya. Que todo lo nuevo es desconcertante. ¿Cómo asumirlo entonces si aún no acabamos de comprender lo cotidiano?
Vernos como animales; pensar que todos tenemos brazos, patas y pezuñas. Algunos más bonitos, otros definitivamente mal dotados en unos aspectos pero agraciados en otros, y siempre un equilibrio, siempre una cara para el recuerdo y unos brazos para el abrazo. Y si estos brazos y esta cara no estuvieran ahí, ¿seríamos los mismos? Siempre nos quedará la duda; siempre quedan las mismas preguntas en el aire para que las descifren los que vienen detrás que lamentablemente se dedicarán a formular sus propias preguntas y no escarmentarán por otra cabeza que la propia. Y así por los siglos de los siglos.
Hoy cedo al caos de mi mente sin intentar ordenarlo pues me he dado cuenta de que el caos impera y no hay nada que se pueda hacer para evitarlo. Todo orden es inútil y falso; sólo nosotros, con nuestra insuficiencia, necesitamos de esas jerarquías. Sólo nosotros, con nuestra ceguera, vamos pisando flores mientras nos agarramos de un hilo imaginario que estrangula nuestras vidas. Sólo nosotros, haciendo gala de una torpeza y un mal gusto exquisitos, vamos organizando las cosas por colores y colocándolas de menor a mayor.

lunes, 19 de abril de 2010

Bossa

Como una bossa nova, tranquila y elegante, así me siento yo a esta hora de la noche. No bebo, porque no me hace falta impresionar a nadie, tampoco tengo un objetivo en mente, pero me siento como si tuviera una copa entre las manos, un martini, por ejemplo, -seco, está de más decirlo-. Allá al fondo ya suena el contrabajo, y yo toco mi teclado como si de un piano se tratase. Voy a empezar mi performance, y muevo mis cabellos a un lado y hacia otro con swing, miro hacia abajo, sonrío, cierro los ojos y me concentro en el ritmo armonioso... todo es tan exquisito, tan preciso en sus breves matices de luz, que me pregunto por qué la vida no es así de ligera como esta bossa nova que me despega ahora mismo del suelo. El saxo me hipnotiza por un rato, y no puedo dejar de seguirlo... Saxo, voz de hombre que llora sin querer, que pide un poco de cariño, y con esas maneras tan dulces no se puede hacer otra cosa que corresponder, saxo, sexo, voz, cariño... te daré lo que pides... Y me arranco a cantar yo también, bajito, como canta mi querida Rosa Passos, con esa voz de niña que sin embargo resulta tan desgarrada a veces; voz de madre que acuna a su hijo, porque, quién lo duda, todos nos volvemos pequeñitos cuando la escuchamos. Si pudiera cantar como tú, Rosa de mis amores, si la vida entera fuera como esta bossa refrescante y ligera, y uno se pudiera dejar llevar por sus acordes hasta quedarse tiernamente dormido con una sonrisa entre los labios y una ilusión en el bolsillo...

Rosa Passos Wave (Solo Version)

Esta es una buena canción para escucharla acostado junto a esa persona especial, y es que "É impossível ser feliz sozinho..."

Pero no termino - Alain Pérez - Videoclip en Alta Calidad

¡Pero qué buena está esta canción! Este Alain se quedó vacío. Qué ganas de bailar un buen casino me entran ahora mismo. Disfrútenla.

sábado, 17 de abril de 2010

Divagaciones

Hay un poema de Mario Benedetti que comienza así:

"Vuelvo, quiero creer que estoy volviendo
con mi mejor y mi peor historia
conozco ese camino de memoria
pero igual me sorprendo."

Y yo no sé por qué vuelvo a aporrear estas teclas como si necesitara hacerlo, invocando el poder de la escritura para ayudarme a solucionar esas dudas que me atormentan (hay tantos caminos en esta vida, que se hace difícil saber cuál elegir. Hay tantos misterios inexplicables...)
Durante este tiempo he llegado a pensar que no iba a ser capaz de volver a escribir, que no tenía sentido seguir lloviendo sobre mojado (tanta palabra escrita que hay que leer y uno pretendiendo absurdamente descubrir el agua tibia). Pero es como un mal vicio esto de escribir, y además es el único modo de llegar allí donde no llego con mi pensamiento o con mi persona.
Encima viene algún amigo y me dice que vale la pena, y yo me maravillo aún más al darme cuenta del poder de este acto íntimo que comenzó sin ninguna pretensión, o mejor dicho, con una sola pretensión: llegar al corazón de esa persona a la cual nunca logré persuadir, y sin embargo, cosa graciosa, mis cantos sedujeron a otros navegantes, y no me ha faltado alguna que otra declaración de amor. Y es que la vida es una gran ironía, llena de equívocos y pistas falsas. Pero por eso mismo es divertido entrar al baile, porque por ahí suceden cosas asombrosas y al final nunca nos arrepentimos de haber comprado la entrada, aunque no haya sido como esperábamos, que de todo se aprende, dicen.
Sé que estoy siendo críptica, no se trata de que me entiendan, por esta vez prefiero quedarme en el terreno de la abstracción, que es mucho más romántico. Y como me siento tan cómoda en esta indefinición, en esta ambigüedad, que es acaso una metáfora de mi propia naturaleza volátil, he decidido que me quedaré aquí bastante tiempo, porque es como un columpio muy cómodo en el que me puedo balancear eternamente sin cansarme ni cansarlos. Balancearse es lo que tiene, que vas y vienes pero nunca te quedas en el mismo sitio el tiempo suficiente como para aburrirte.
Ah, la poesía, qué cosa subversiva... Tengo un amigo, Antonio, que es una especie de kamikaze que va con un libro de poesía a todas partes, y lo peor: lo lee de verdad, vive en clave poética. Y a mí me repatea que sea insobornable, absolutamente utópico, y que encima se ría de la vida desde su posición incómoda. Tengo que reconocer que me sienta fatal mirarme en su espejo, pues cuando lo hago me encuentro muy vulgar, ¿pero qué puedo hacer si aún no he encontrado la dosis justa de poesía para sobrevivir en este mundo cruel? Justificaciones, dirá el poeta, y con razón, pues no existe la medida exacta de poesía, eso es cuadricular la poesía, y además, ¿qué es poesía? (dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul). ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? ¡Averígualo tú!

martes, 30 de marzo de 2010

¡Atiende!

Hay que ver qué expresión más cubana esa de "atiende", dice mucho del alma del cubano: directa, sencilla... no sé por qué en estos días me ha venido a la mente. Quizás porque son tiempos de estar al tanto de todo lo que sucede en torno a la isla, ahora que parece que por fin vamos a empezar a salir de la inercia en que estamos sumidos desde quién sabe cuándo. Y mientras digo esto me reservo una duda razonable, pues cada vez que parece que va a ocurrir el ansiado cambio las aguas vuelven a su nivel - inexplicablemente- dejándonos a todos con las ganas. Pero algo me dice que esta vez será diferente, que finalmente las aguas derribarán el muro. Tanto jaleo no puede ser en vano, tanta esperanza no puede quedar congelada bajo un golpe de efecto. No hay que ser analista político para ver los indicios: la unidad en el exilio -inédita, si mi memoria no me falla-, el eco mediático que han tenido la trágica muerte de Zapata, la campaña por la liberación de los presos políticos -tanto la recogida de firmas en internet como las protestas de hombres y mujeres valerosos como Fariñas y las Damas de Blanco- que con sus gesta heroica han logrado atraer la atención de los medios a esta campaña a la que ya se han sumado personalidades influyentes del mundo de la cultura y de la política.
Pero quizás la muestra más fehaciente de que el barco hace aguas sea el hecho de que figuras claves de la cultura cubana como Silvio y Pablo -nunca es tarde si la dicha es buena- se hayan pronunciado -más o menos abiertamente- a favor de un cambio. Ese posicionamiento para mí es muy sintomático, finalmente se están haciéndose eco del clamor popular, ya que es incuestionable que las cosas andan de mal en peor, y aunque no hay que tirar cohetes, pues se trata tan sólo de unas grietas, a mí cada vez me queda más claro que el muro esta vez se viene abajo, son demasiadas señales, demasiadas grietas, y sobre todo parece que el exilio y la disidencia interna está trabajando unida, todos halando parejo para tumbar el muro. Y no dudo que esta vez lo logren, y me alegro en el alma. Porque ya está bien de tanto sufrimiento vano.

Pero bueno, ahora habría que pararse a pensar qué pasará cuando se caiga el muro... ¿Qué futuro queremos para Cuba? Si quieres deja aquí tu opinión.

miércoles, 24 de febrero de 2010

A propósito de la muerte de Orlando Zapata


Últimamente me había desentendido de Cuba y su política, hastiada de ver mezquindades e inescrupulosas pugnas por el poder al más puro estilo de las películas del oeste.
Pero hay acontecimientos como la muerte de Orlando Zapata Tamayo, que de tan injustos nos remueven las entrañas y nos hacen recuperar la perspectiva: no se puede permanecer indiferente cuando hay una realidad tan dura que clama por justicia. Y esa realidad se llama dictadura, atropello de los derechos humanos, tortura, asesinato y otras lacras que es necesario erradicar de una vez y por todas del mapa de la isla.
Orlando Zapata se ha convertido en un héroe. Su muerte es una bofetada al régimen moribundo y estoy segura de que actuará como un revulsivo para que el mundo se entere de las injusticias que pasan en Cuba y actúe en consecuencia, todos a una, para que hechos tan deleznables como éste no sigan quedando impunes.

sábado, 6 de febrero de 2010

Caritas

Todo parece indicar que las caritas se han puesto de moda en Cuba. No les basta con las de los cinco héroes*, presentes en todos los centros de trabajo y lugares públicos. Incluso centros turísticos como el lobby del hotel Cohíba tienen un espacio destinado para los nuevos "santos" cubanos, a los que por cierto yo haría un retoque con Photoshop para quitarles esos bigotones que ya no se usan más que en Cuba y en Afganistán, pero bueno ya sabemos que la moda nunca ha sido el punto fuerte de los compañeros del partido.
El caso es que arte cubano ha encontrado en la moda kistch de las caritas un nuevo filón para desarrollarse, y si no juzguen ustedes por sí mismos a partir de un pequeño ejemplo:

Fotos de los cinco espías presos en EEUU, tomadas de la web de la TV de Camagüey.

Histórica escultura del Ché Guevara en uno de los edificios de la Plaza de la Revolución.

Ahora además se le ha sumado esta réplica de Camilo, también en la Plaza.

Lo dicho, hasta en los lugares turísticos. Esta ultra kistch imagen del Ché recibe a los visitantes en el Bar de 3ª y 8, para que tengan una juerga patriótica.
* Los cinco héroes es como se le conoce en Cuba a los cinco agentes cubanos acusados de espionaje por el gobierno de EEUU, que cumplen condena por este motivo.

The house of the rising sun


Ese merengue amarillo que antes era la sede del Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos es, desde hace un tiempecito, la casa de ALBA o Alternativa Bolivariana para la América. (Para ser la casa del ALBA es un poco amarilla, debería ser azul clarita, digo yo). Me llamó la atención por el color y porque en su librería encontré una gran variedad de libros, incluyendo libros infantiles, y lo fundamental: en pesos cubanos (hay que dar buena imagen a nuestros hermanos latinoamericanos, como ustedes saben).
Mirándola se me ocurrió una de esas ideas tontas que se me ocurren a mí, que la traducción de "Casa del alba" en inglés bien podría ser "House of the rising sun" como aquel blues popularizado por The Animals, que aquí les dejo. Disfruten de este pedazo de tema.

viernes, 5 de febrero de 2010

Mi entrevista a Frank Delgado

Durante mi pasada visita a Cuba tuve el inmenso placer de poder entrevistar a un gran cantautor cubano de quien soy una fiel seguidora desde hace un buen tiempo: Frank Delgado. Fue una entrevista extensa y muy interesante, fue, además, toda una experiencia para mí, pues esta larga charla me ha dado tema de reflexión durante todo un mes en el que me he preguntado, entre otras cosas, por qué los seres humanos aparcamos nuestras diferencias como práctica usual y nos ponemos en el lugar del otro para tratar de entenderlo. Con lo que mejorarían las relaciones humanas si esto fuera posible, con lo que aprenderíamos los unos de los otros. Yo, sin ir más lejos, antes de realizar esta entrevista tenía una visión estereotipada de la persona de Frank, pues solamente veía en él al juglar inteligente y simpático que hacía unas canciones que a mí me daban mucha risa, o que me hacían pensar, pero no conocía al hombre y al gran intelectual que también es, y no le conocía unas opiniones tan rotundas y sedimentadas sobre arte, sobre política. A pesar de que discrepo de algunos de sus puntos de vista, cosa que en ese momento no le manifesté puesto que preferí respetar sus criterios antes que crear una controversia, después de conocerlo personalmente creo que es un gran pensador, un gran artista y una buena persona, que es lo mejor. Y le agradezco el modo como me recibió en su casa sin complicaciones, sin exigencias, mostrando una transparencia y una claridad de quitarse el sombrero, y siendo generoso en grado sumo con su tiempo, mucho más cuando esa misma tarde tenía que actuar, cosa que no le importó.
Frank, si alguna vez lees esto, quiero que sepas que te admiro y que si una vez pensé que sería muy interesante conversar contigo, hoy pienso que ha valido la pena y que eres maravilloso. Gracias, muchas gracias por tus lecciones de humanidad. Un abrazo, Ivis.


martes, 2 de febrero de 2010

Fotografiar miserias


Era tan fácil caer en la tentación de fotografiar miserias... No había más que andar unos metros y apretar el obturador al azar para captar la piedra en carne viva, la acera reventada, el hueco peligroso, el excremento de perro secándose al sol. En el lugar menos pensado, una aglomeración surgía de la nada recordándole al viajero que Cuba además de ser "La isla de la siguaraya", es la isla de las colas. A la salida del centro comercial, un viejo pedía limosnas. Más allá, en la parada de la guagua, la gente miraba al horizonte con cara de preocupación y desánimo. Algunos se adelantaban y hacían señas desesperadas a los vetustos almendrones que pasaban descargando sobre los viandantes su humareda negra con olor a petróleo quemado. Yo, parada en la esquina sin saber qué hacer, a dónde ir en esa hora de la tarde en que los comercios ya han cerrado y los bares aún no han abierto. El viento polvoriento resecándome la piel y las mucosas, crispando mis cabellos, metiéndoseme en los ojos traicioneramente. Quizás por ese mismo viento, o por la sensación de que pronto caería la noche sumiéndonos en la oscuridad total, por esa tristeza que me embargaba al ver las ruinas de la ciudad amada, o por la sensación de estar pobremente vestida, o por todo eso a la vez, me sentía tremendamente sucia y desamparada. En esas circunstancias, pensaba, podría hacer las fotos más decadentes que jamás se hicieran sobre la Habana, las más miserables, las que no por obvias dejan indiferentes. Fotos rebuscadas y grotescas, cargadas de esa violencia que la ciudad transmite; fotos con cámara oculta en los sitiales del poder; fotos de robos, de injusticias, de infracciones, fotos-denuncia de casi todo lo que se mueve y respira aquel aire prestado y putrefacto. Pero no iba a ser justo, pensé, era demasiado fácil. Lo difícil era dejarlo pasar. Lo difícil era sobreponerse, acostumbrar la vista hasta lograr ver belleza entre las ruinas, acostarse en el malecón y quedarse dormida sin temor a que te caminase una cucaracha por arriba. Perdonarle la vida a la ciudad ingrata, pasar por alto los detalles escabrosos y recrearse en los planos generales, en las puestas de sol, que son tan recurrentes cuando el espíritu está desconcertado.

lunes, 1 de febrero de 2010

Hipótesis alternativa

Ya volví de Cuba, ¿ya volví de Cuba? Eso parece, pero aún en mi mente recorro las calles de la Habana, de esa Habana mía de posguerra, sucia e inhóspita y sin embargo encantadora.
Necesitaba acoplarme de nuevo al ritmo de la vida allí, a ese deambular sin prisa ni rumbo definido; al cafecito en la casa de la gente escuchando esas historias que corren de boca en boca como pólvora encendida y entretienen durante la larga espera de tiempos más felices que se resisten a llegar. Necesitaba -por más que sea un tópico- el calor de la familia, la alegría contagiosa de mis compatriotas, la carcajada sonora y los brazos abiertos al saludo efusivo y sin reservas. Buscaba una respuesta y para hallarla fue preciso adentrarme en un viaje espiritual, íntimo, profundo, hacia ese territorio desterrado de mis recuerdos, sabiendo que era ingenuo pretender revivir el pasado, y a pesar de eso, buscando desesperadamente abandonarme en ese cómodo lecho de hojas secas.
Por momentos -gracias al alcohol y a la música invariable- tuve la ilusión de que el tiempo se había detenido. El olor del salitre y el rugir de las olas en el malecón me sobrecogieron como antaño, y me sentí otra vez indefensa y cautiva, y miré al horizonte con angustia ¿era yo la que lloraba junto al mar? Quise ser la de antes, deseé con todas mis fuerzas no haber vivido tantas noches de ausencia y desconsuelo, pues calculé que entonces mi vida tenía un sentido, una esencia que se fue diluyendo año tras año en mis idas y venidas sobre el océano.
Pero era un espejismo y más allá de esos breves (extraordinarios) momentos de abandono todo a mi alrededor me demostraba cuánto había cambiado yo, ¿o eran las cosas que ya no se hallaban en su lugar? Cuando por fín pude ver con objetividad apareció ante mis ojos el verdadero orden de las cosas, un panorama desconcertante por demás: la vida subterránea de una nación congelada en su superficie, el dolor de unos seres obligados a crecer hacia adentro, condenados a cavar profundos fosos donde explayar el alma y enterrar sus anhelos y frustraciones. Y a pesar de todo, o por eso mismo, sonrientes, con la sonrisa del que no tiene nada que perder... No entendía, y sigo sin entender, los misteriosos mecanismos de esa maquinaria a todas luces imposible, sin más lógica ni fundamento que el miedo y la repetición, pero acepté su existencia sin dramatismos, como se acepta un catarro -al fín y al cabo viví tantos años dentro de ese caos que adaptarme de nuevo (más sabiendo que era por unos días) fue cosa sencilla- el objetivo que tenía en mente bien valía el sacrificio. Y ese objetivo no era otro que intentar mirar con los ojos del corazón lo que se me escapaba a simple vista, los pequeños matices cotidianos que tiñen de alegría o de tristeza la vida del cubano más sencillo, la razón de su alegría contagiosa a pesar de los pesares y también, por qué no, alguna explicación plausible para su inveterado inmovilismo.
Curiosamente en mis casi nueve años de emigrada nunca había logrado un acercamiento tan franco al problema cubano, y esto es así porque nunca antes me había dejado llevar por las circunstancias, aparcando miedos y prejuicios y enfrentándome a las situaciones con la buena voluntad por escudo y el amor por bandera. Sabiendo como nunca que "no la teme quien no la debe", pero sin caer en heroísmos gratuitos, pues se trataba de un viaje familiar.
Así, con la mochila llena de amor y comprensión, y mirando las cosas con lupa, pude tomarle el pulso a la realidad cubana de un modo más directo y realista, y de este modo descubrir que no todo es lo que parece en la Cuba de hoy, que muchas cosas han cambiado desde que yo me fui, algunas para bien, otras muchas para mal, pero han cambiado, y que actualmente hay en la sociedad isleña un abanico de estilos de vida mucho más variado que el que yo dejé atrás, y que eso es maravilloso, pues esa diversidad (ahora apenas perceptible) es la semilla de una apertura hacia una sociedad más plural, rica y tolerante, y extrapolando esta hipótesis podría aventurarme a decir que en otros aspectos de la sociedad nada es lo que parece a simple vista y que los pensamientos están más abiertos hoy que nunca, pero esto es sólo una hipótesis y este post ya me va quedando un poco largo. Continuaré más tarde con esta y otras ideas.

domingo, 31 de enero de 2010

No tengo tiempo para amargarme

Este viaje que acabó formalmente hace unos días pero que aún continúa en mi cabeza me ha dejado un sabor dulce en la boca y un secreto que no voy a revelar de momento porque no encuentro palabras suficientemente hermosas como para describir esta inyección de amor y de sabiduría. Poco a poco, si el tiempo y las obligaciones me lo permiten, iré desmadejando este episodio, pero si no lo hago, no me culpen, una de las cosas que aprendí en estos tiempos es que cada cual ha de aprender por su experiencia y sacar sus propias conclusiones.
Los veo luego que no tengo tiempo que perder, voy a vivir mi vida, que este año viene lleno de sorpresas.