Decía un no tan amigo mío que los cubanos tenemos el trauma de la comida tan metido en las venas que lo que tenemos ya es hambre celular. Yo no sé si será así, pero yo no me acabo de creer que el jamón va a estar ahí el día de mañana, ni me gusta botar la comida que sobra, aunque sea ensalada y sepa que es inútil, porque luego no hay quien se coma eso.
Hoy he logrado acabar juntos con el queso y el jamón que había en mi nevera (así es como se dice a la española) y que se suponía debía durar toda una semana (por lo menos), no sé si guiada por un deseo obsesivo de acabarlos parejo, porque no queda igual a que se acabe sólo uno y luego a mitad de la semana que viene tenga que ir al supermercado a por queso o jamón, pero ya no sería igual, no estarían parejos, y esa idea me estaría atormentando durante toda la noche, no me dejaría pegar ojo el pensar que hay una o dos lonchas resecándose en la nevera y sin tener compañero para el sándwich. No, de eso nada: ¡el sándwich se prepara con queso y con jamón! Los españoles no lo acaban de entender, que me lo digan a mí que he tenido más de un disgusto por esa causa. A ver ¿qué trabajo les cuesta mezclar el queso y el jamón en los bocatas? Ah, cuando los tienen hechos (por ejemplo en los aeropuertos) es como si te quisieran joder: o bocata de queso o bocata de jamón. ¡Pues no señor! A mí me gustan de jamón y queso. En eso los ingleses son más condescendientes, con su jamón de york que tan bien combina con el queso. Ah, pero a los españoles no les gusta combinar su jamón serrano con cualquier cosa, dicen que le enmascara el sabor. ¡Qué bobería! Los españoles no saben de lo que hablan.
Pero bueno, volviendo a mis asuntos, yo me pregunto si me estaré volviendo obsesiva o será que todavía arrastro el trauma del período especial. Recuerdo que yo por entonces tenía unos parientes que trabajaban en un restaurante y me traían de vez en vez un hermoso bocadito de jamón y queso, que yo llevaba como almuerzo a la universidad. Recuerdo que al principio llegaba al comedor con mis compañeros de aula y sacaba mi reluciente almuerzo con la intención de compartirlo con ellos y también almorzar yo, pues la comida era horrible y mal cocinada; el fish steak por entonces era un manjar.
La primera vez que yo saqué mi bocata recuerdo que un compañero mío, Agustín, abrió los ojos muy grandes y gritó (un grito que le salió del alma): "¡¿Nieve, en junio?!" Una frase sacada de unos muñequitos rusos, si mal no recuerdo. Tal era la escasez de alimentos en general y de cosas sabrosas en particular. Aún la sigue habiendo.
Para no alargar el cuento, luego de tres o cuatro intentos de ser sociable y equitativa, me dí cuenta de que si quería almorzar sin quedarme sin hambre, tendría que comerme el bocadillo sola, o en todo caso compartirlo con menos gente, porque entre seis o siete, lo juro, el bocadillo se volvía apenas eso: un bocado. Y no creo que con mi altruismo solucionara en gran medida el hambre celular que había en el ambiente. Por cierto, ¡qué clase de hambre tenemos los cubanos, caballero! Y no lo digo para reírme, al contrario, es un problema muy serio.
Tan serio como que ahora todavía yo soy incapaz de ver comida delante de mí sin llevármela a la boca, y no vean cómo me molesta esta actitud embarazosa. Si fuera por mí ahora mismo fundaba la "asociacion de víctimas del período especial". Con clases de psicología incluídas: tanto para evitar el consumismo como la glotonería.
¿Alguien se apunta?
Hoy he logrado acabar juntos con el queso y el jamón que había en mi nevera (así es como se dice a la española) y que se suponía debía durar toda una semana (por lo menos), no sé si guiada por un deseo obsesivo de acabarlos parejo, porque no queda igual a que se acabe sólo uno y luego a mitad de la semana que viene tenga que ir al supermercado a por queso o jamón, pero ya no sería igual, no estarían parejos, y esa idea me estaría atormentando durante toda la noche, no me dejaría pegar ojo el pensar que hay una o dos lonchas resecándose en la nevera y sin tener compañero para el sándwich. No, de eso nada: ¡el sándwich se prepara con queso y con jamón! Los españoles no lo acaban de entender, que me lo digan a mí que he tenido más de un disgusto por esa causa. A ver ¿qué trabajo les cuesta mezclar el queso y el jamón en los bocatas? Ah, cuando los tienen hechos (por ejemplo en los aeropuertos) es como si te quisieran joder: o bocata de queso o bocata de jamón. ¡Pues no señor! A mí me gustan de jamón y queso. En eso los ingleses son más condescendientes, con su jamón de york que tan bien combina con el queso. Ah, pero a los españoles no les gusta combinar su jamón serrano con cualquier cosa, dicen que le enmascara el sabor. ¡Qué bobería! Los españoles no saben de lo que hablan.
Pero bueno, volviendo a mis asuntos, yo me pregunto si me estaré volviendo obsesiva o será que todavía arrastro el trauma del período especial. Recuerdo que yo por entonces tenía unos parientes que trabajaban en un restaurante y me traían de vez en vez un hermoso bocadito de jamón y queso, que yo llevaba como almuerzo a la universidad. Recuerdo que al principio llegaba al comedor con mis compañeros de aula y sacaba mi reluciente almuerzo con la intención de compartirlo con ellos y también almorzar yo, pues la comida era horrible y mal cocinada; el fish steak por entonces era un manjar.
La primera vez que yo saqué mi bocata recuerdo que un compañero mío, Agustín, abrió los ojos muy grandes y gritó (un grito que le salió del alma): "¡¿Nieve, en junio?!" Una frase sacada de unos muñequitos rusos, si mal no recuerdo. Tal era la escasez de alimentos en general y de cosas sabrosas en particular. Aún la sigue habiendo.
Para no alargar el cuento, luego de tres o cuatro intentos de ser sociable y equitativa, me dí cuenta de que si quería almorzar sin quedarme sin hambre, tendría que comerme el bocadillo sola, o en todo caso compartirlo con menos gente, porque entre seis o siete, lo juro, el bocadillo se volvía apenas eso: un bocado. Y no creo que con mi altruismo solucionara en gran medida el hambre celular que había en el ambiente. Por cierto, ¡qué clase de hambre tenemos los cubanos, caballero! Y no lo digo para reírme, al contrario, es un problema muy serio.
Tan serio como que ahora todavía yo soy incapaz de ver comida delante de mí sin llevármela a la boca, y no vean cómo me molesta esta actitud embarazosa. Si fuera por mí ahora mismo fundaba la "asociacion de víctimas del período especial". Con clases de psicología incluídas: tanto para evitar el consumismo como la glotonería.
¿Alguien se apunta?
20 comentarios:
Ivis, definitivamente te estás volviendo obsesiva, jajaja. Cada país tiene sus costumbres culinarias, que no son ni mejores ni peores, son diferentes. Incluso dentro de cada país, cada región, sobre todo en este país. Intenta tú que un catalán se coma un bocadillo sin tener tomate restregado...
Como yo, que alucino en Cuba viendo a la gente comerse una sopa o un potaje en pleno agosto... y reconozco la influencia gallega en eso, que seguro también sufrían de nostalgia por su comida y, ni cortos ni perezosos, siguieron con la costumbre aunque no pegara ni con cola... y ahora, descendientes o no de gallegos, ahí está toda (o casi toda) una nación comiendo sopa y potaje en pleno mes de agosto, en Cuba. O en una sauna. Que es lo mismo...
La mesura no nos acompaña mucho a los cubanos, y el haber padecido escaseces y limitaciones creo que contribuyó (y continua)a que la comida para nosotros no sea un tema ligero, banal o despreciable... Algo que es llamativo es el bajo indice de sintomas asociados a trastornos alimenticios en Cuba: casi no hay anorexia, de la tipica, de la que se trata en psiquiatria, psicologia o en cualquier psi... Bulimia tampoco... Quizas alli la comida sí este mas asociada a su elemental funcion de alimentacion, de permitir la vida. No se...
Saludos,
Veronica
me sumo automáticamente a esa ONG!!!... :-)))) a mí me pasa lo mismo, no soporto que los chamas míos dejen comida en casa y, si lo hacen, me sacrifico y me lo como yo, aunque me quede repleto... cualquier cosa menos botarla!... :-(
(en caso de emergencia, siempre existe la posibilidad de ayuda al perro de mi cuñado, que el pobre animal aún no ha salido de aquella estapa "especial"... ;-)
jajaja, me sumo también! Aunque bueno, debo reconocer que hay alimentos que no me gustan y no porque no sean ricos, sino creo que por la falta de costumbre al paladar, como las aceitunas y los embutidos.
Saludos, Ivis!!
Queseto, no me tomes en serio, me reía un poco yo misma con estas exageraciones que eran para divertirme, no soy tan obsesiva, me gusta también comer un bocadillo de jamón solo o de queso, ¡si a mí lo que me gusta es comer! Ja ja.
Es cierto eso de que en Cuba no hay mucha formalidad con eso de la comida, (no la hay con muchas cosas, la va a haber con esto) en general, respetando a Verónica, yo diría que allá lo que no tenemos es cultura culinaria, las cosas como son, eso que un día hubo se ha perdido con tantas carencias.
Verónica, si bien es cierto qwue en Cuba no hay muchos trastornos alimentarios, creo que esto se debe 1) a que no nos tomamos las cosas tan en serio, mucho menos las dietas a rajatabla, 2) a que no hay abundancia de comida y por tanto no se puede ser bulímico (en la mayoría de los casos) y 3) el ritmo de vida más sosegado que se lleva, la gente no come tanto por ansiedad.
Pero otra cosa deben ser las estadísticas entre los cubanos emigrados, ahí sí que me juego cualquier cosa a que habrá un montón de bulímicos que comienzan probando cosas nuevas y terminan con trastornos alimentarios, aunque claro, eso habría que estudiarlo. Tengo un amigo nutricionista, le daré la idea.
Tienes razón en que allá la comida se asocia a su papel fundamental, supervivencia. Gracias por visitarme.
Isleño, welcome back! Oye, cuidado con eso de comerte la comida de tus niñas, que así no se nota la picadera y luego engordas y te tienes que poner a dieta como yo.
Ay, los perritos, aquí cada vez que boto huesos me acuerdo del que yo tenía en Cuba, Óscar. Pobrecito.
un beso y bienvenido.
Agua, a mí tampoco me gustaban las aceitunas, pero es cuestión de probar, luego les coges el gustico. Los embutidos sí que no te los recomiendo, que son un poco grasosos.
Un besito, nos vemos en tu blog con las historias de Tania.
lo tendré en cuenta, socia... y se lo diré a las chamas, que contribuyan a la dieta de papá...
;-)
Iviiiiis, jaja, todo era "choteo" puro, "lo tuyo" y "lo mío".
¡Ah! Todavía me acuerdo la cara de interrogación y "pasme" que se le puso a un amigo cubano cuando llegó y escuchó por primera vez la palabra (y el significado) anorexia. Sinceramente, NO SE LO PODÍA CREER.
Ahora que, conocer, he conocido alguna que otra mujer cubana que "ahorraba" (tenían casas particulares legales) para hacerse una liposucción. Eso sí me dejó a mí con los ojos a cuadros... Y por ahí p'allá me enteré de que la cirugía estética no es tan "ajena" en Cuba...
Pero a lo que íbamos. ¡¡A mí lo que me pirra es un buen sandwich cubano con todos los hierros!!
pues la verdad que me apunto definitivamente a esta ONG, aunque más que ONG yo lo nombraría como "hambrientos anónimos", definitivamente en casa tenían razón, desde chiquito me calaron, era el limpiaplatos oficial de la mesa y mirá que me jodía, pero COÑO ahora como lo extraño
Pues yo, Cubanita, sinceramente, si el jamón es bueno prefiero que el bocata no lleve queso, especialmente si es de ese queso en barra que te lo cortan en el supermercado y parecen lonchas cuadradas de plástico.
Pero sí que le pondría un poco de tomate restregado al pan: En Andalucía también se toman así, por el calor me imagino, para hacerlo más jugoso.
De todas maneras con la comida soy como un agujero negro, eso sí, un agujero negro muy selectivo, sólo me gusta lo bueno, sino prefiero no comer. Quizás esta es una diferencia con la forma de ver la comida en Cuba, que aquí se come más para disfrutar comiendo que para alimentarse, no?
Me ha gustado mucho este post, me gusta cuando escribes tu forma de ver la vida.
Biquiños,
Mar
Pero que requeteguapa estás en la foto!!!
Pues yo, Cubanita, sinceramente, si el jamón es bueno prefiero que el bocata no lleve queso, especialmente si es de ese queso en barra que te lo cortan en el supermercado y parecen lonchas cuadradas de plástico.
Pero sí que le pondría un poco de tomate restregado al pan: En Andalucía también se toman así, por el calor me imagino, para hacerlo más jugoso.
De todas maneras con la comida soy como un agujero negro, eso sí, un agujero negro muy selectivo, sólo me gusta lo bueno, sino prefiero no comer. Quizás esta es una diferencia con la forma de ver la comida en Cuba, que aquí se come más para disfrutar comiendo que para alimentarse, no?
Me ha gustado mucho este post, me gusta cuando escribes tu forma de ver la vida.
Biquiños,
Mar
Pero que requeteguapa estás en la foto!!!
será todo un estudio revelador de los trastornos de todo tipo que incluso han ocasionado a nuestros estómagos todos esos inventos del período especial, cuyos creadores y propulsores, por cierto, nunca comieron.
Contra pero que buen post!
Recuerdo que en el Período especial pasamos de asustarnos con los muñequitos rusos al castigo estricto de tener que comer picadillo de soya a lo ñaca- ñaca o la muerte. Durante aquellos penosos días del período ‘ESPACIAL’ recuerdo que casi siempre las conversaciones acababan en comida y a la gente se le empezaron a ver los pómulos y las jaboneras...
Tal vez mayor que cualquier otro trauma ‘legado’ por aquella etapa de penurias, fue la sensación de que los aquellos valores que nos habían inculcado cuando pioneros, resultaba ser una flagrante mentira y de pronto esa certeza fue haciéndose palpable en cada apagón, en cada muro del campo socialista que caía a diario durante el verano del 90’. La traducción inmediata de aquel fenómeno fueron unos deseos de escapar incontenibles... de escaparse a cualquier lado, de escapar aun hacia dentro de tu propia cabeza y vivir así: exiliado en tu país... o en el barrio, o a veces ‘hasta en tu propia casa... esperando por otra oportunidad para empezar una vida lejos, MUY lejos... pero con el tiempo resultó que ese OTRO chance no llegaba, que ni aun a mil millas de la esa isla podías encontrar lo que te faltaba, porque para ese tipo de carencias no había, ni habrán valores sustitutos.
En 1994 un grupo de chamas estábamos buscando texto para una canción, a la que bautizamos como ‘el lobo’ el empezar decía así:
YO CRECI APLAUDIENDO
UN FUTURO QUE NO LLEGO
Ahora es sálvese quien pueda...
LA GLORIA NO ES DE TODOS.
Bueno, nos vemos mi gente... un abrazo a la compadra Ivis, de tony.
Amiga..a mi me paso algo parecido en escocia..,entre a un bar y pedi un escoces (whisky), me lo sirvieron en vaso corto..,pero le pedi al bartender..agua. Cuando se la agregue..casi me matan con la mirada los que estaban sentados en la barra..jajaja.
Unaco
This is a nice blog. I like it!
Baw ah, kasagad sa imo maghimo blog. Nalingaw gd ko basa.
sí, Ivis, cierto trauma queda, de la escasez (como el de la pasta de dientes, que seguimos comprando par de tubos de más, porsi...tú sabes lo que es lavarse los dientes con bicarbonato tres días, eso marca forever;-)) pero ya que la pasamos, eso deja ahora al menos pedazos de disfrute que los que crecieron con potes Gerber no comprenden;-) Eso solo les pasa aquí a los que vivieron la postguerra y ya están mayores, y a nosotros los del post periodo especial, y otros que no tan post, un beso
¿Y nunca te los lavaste con jabón? Eso es peor. La peste a boca que debia haber en Cua por aquellos días. Jajaja.
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