Una vez leí una frase que me gustó mucho y que decía algo así como que "nada conduce tan rápidamente a la ignorancia como el conocimiento previo". Esta frase me hizo reflexionar en su momento, la encontré sabia y contundente. El otro día la recordé cuando fui a una conferencia sobre uno de esos temas que se han puesto de moda y que por este mismo motivo despertaba en mí cierta desconfianza: la inteligencia emocional. Para mi sorpresa resultó más interesante de lo que esperaba, no sólo porque la conferencista era cubana, dato que desconocía y que me entusiasmó pues me sentí orgullosa de mis orígenes (sí, a veces me sorprendo siendo muy patriota, qué se le va a hacer), sino también porque la conferencia -excelente por demás- trató básicamente sobre el ser humano, y no sé si por este enfoque social o por el acento cubano de la ponente, me acordé de mis mejores tiempos de la universidad, de aquellas clases de marxismo que me enseñaron a pensar en abstracto sobre temas como la justicia social, la ética, la economía... sí porque la filosofía marxista es a mi entender muy noble, lástima que se preste a tan malas interpretaciones. Pero, volviendo al tema, la conferencia me gustó sobre todo porque en este contexto desangelado en que me encuentro, en el que en no pocas ocasiones el dinero tiene mayor importancia que el propio ser humano, el que venga una persona a hablar de valores, a poner, como hizo ella muchas veces, la mano en el hombro de los encandilados alumnos, es algo realmente digno de agradecer. Mucho más en Mallorca, una tierra cuyos habitantes suelen ser reservados, discretos y hasta fríos. Y yo creo que fue esa simpatía, esa humanidad que transmitía aquella profesora, lo que me hizo adentrarme sin reservas en este tema sobre el que en un principio tenía prejuicios, y aprender algo nuevo, algo que tal vez no hubiese aprendido si no se hubiesen dado esas circunstancias.
Luego de esta experiencia, como decía antes, me quedé reflexionando sobre lo superficial que soy en ocasiones al juzgar las cosas a primera vista y al dejarme llevar por ideas preconcebidas, algo que me hace perder oportunidades y vivencias a manos llenas. Concluí que, a pesar de mi escepticismo, la sabiduría también se encuentra en los libros de psicología y en quienes los divulgan, porque dejando de lado unos cuantos manuales de autoayuda demasiado simplones, de esos que se imprimen para hacer caja, lo cierto es que detrás de cualquier teoría psicológica, maniquea o no, detrás de cada enfoque, hay una voluntad de reflexionar sobre la vida que es en sí un avance, y eso es digno de respeto y cuanto menos de atención, ya que, al igual que sucede con las religiones, cada una de ellas encierra una parte de verdad. Luego la vida nos dice a cada uno de nosotros lo que vale y lo que no. Pero hay que escuchar con respeto lo que otros han dedicado tiempo a estudiar, porque lo contrario es soberbia y como tal conduce directamente a la ignorancia.
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