viernes, 17 de abril de 2009

Cabeza mala

A veces me parece que estoy loca de atar cuando me sorprendo interpretando un papel desconocido o prometiendo cosas que a lo mejor nunca llego a cumplir, lo cual no me enorgullece mas no lo puedo evitar, lo olvido todo, como si cada cierto tiempo me pasasen un borrador por la frente. Me olvido sobre todo de quién soy y vivo cada día como nuevo. No es de extrañar entonces que exaspere a la gente con mis cambios de rumbo; soy demasiado joven aún para saber lo que quiero. Por eso, entre otras cosas, el nombre de este blog.
La verdad es que hace ya un tiempo que ando preocupada porque ya voy teniendo una edad en la que se supone que he de sentar cabeza (se supone). Yo creo que mi problema radica en que no he tropezado aún con mi destino, y todas estas piruetas que hoy hago son danzas alrededor de la hoguera en que un día no muy lejano he de quemarme al fín. Constantemente siento que mi vida no es mi vida, como si en realidad estuviera pasando el rato, aguardando el momento definitivo para dar el salto y montarme en ese vagón afortunado hacia mi verdadero yo. Ah, pero soy obsesiva con ese tema, me repito hasta la saciedad, lo sé, no me lo digan, esta indecisión y esta tibieza me van a hacer perder todos los trenes. Lo sé, y hasta he pensado en eso, últimamente incluso he dado saltos arriesgados: he estado largas temporadas bajo la piel de una de mis probables identidades, pero al cabo me aburro, enseguida me entra la urticaria y empiezo a cuestionarme que quizás yo no estaba hecha para eso, y todo vuelve a empezar. Pero sin dudas el mayor problema es que me gustan muchas cosas. No soportaría hacer toda la vida lo mismo, en eso estoy de acuerdo con la loca que vive en mí, y quisiera creer que no estoy hecha para una vida convencional, aunque a lo mejor me equivoco, pues mirándome bien, lo irónico de todo es que en el fondo tengo una vida bastante convencional y así no me va mal. Lo que pasa es que soy inconforme, o estoy ociosa, o ambos.
Cada vez que veo a alguien feliz, me maravillo, pues mi inconformidad es tanta que a veces hasta me hace sufrir. Sufro por situaciones hipotéticas y problemas futuros, sufro de temor anticipatorio como diría mi gran amigo Antonio, sufro de poesía y de cálculo, porque lo mío es sufrir. Menos mal que el que duerme al lado mío se ríe de todos mis fantasmas y me hala por una pata cuando me voy volando, y en las noches en que no quiero ir a la cama me arrastra de la oreja y me encadena -que las noches se hicieron para dormir y los días para estar despiertos- y como él es diurno me abre las ventanas y me saca las sábanas y yo protesto y lo insulto pero sé que en el fondo tengo que agradecerle que me sacuda el polvo de la noche, de esos parajes oscuros por los que me pierdo, oveja descarriada, trashumante.
Todo eso está bien, pero el olvido es algo que me preocupa. Me gusta, no lo voy a negar, hacer cada día una cosa nueva, pero me preocupan las consecuencias, porque el olvido hiere de un modo traicionero. Si yo tuviera memoria de elefante otro gallo cantaría. No olvidaría los cumpleaños de mis amigos, no olvidaría poner mis cosas en orden ni hacer las tareas importantes que ahora debo apuntarme como si fuera lerda. Si yo fuera organizada y metódica ya me hubiera puesto a escribir una novela, sacarme un doctorado, cualquier cosa de provecho... sin embargo vivo en el imprevisto, en la sorpresa de esperar lo que el día de mañana me traerá, en eso me parezco a mi familia materna que tira la casa por la ventana y arma la fiesta siempre que se puede. Y si al día siguiente no hay nada de comer, ah, pues no pasa nada, ya vivimos la vida. No puedo negar que soy cubana, como me dice mi amiga Luisa: "qué cubana eres", y con eso se refiere a que no me preocupo demasiado por las cosas, confiando en ese refrán que me encanta y que dice "Dios proveerá".
Y no crean que no sé toda esa cantinela de que "al que madruga, Dios lo ayuda", o que "el que da primero da dos veces", o eso de "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy", pero he llegado a pensar que esta pachorra, esta mala cabeza y este olvido son una parte de mí que me tengo que tomar con filosofía, yo soy así, con estos bueyes hay que arar, y aunque quiero cambiar para mejor, no estoy segura de que lo logre, por eso pido perdón a todos aquellos amigos que han sufrido alguno de mis olvidos, de mis embarques, voy a decir como ese cartelito que ví por ahí por internet: "estamos trabajando para mejorar el sistema, lamentamos las molestias que esto pueda ocasionarle".

7 comentarios:

Betty dijo...

y en ese ir y venir regresó tu antigua foto;-)...nada Ivita, déjate llevar, que lo cierto es eso, no hay mas ná, un besote

Ivis dijo...

Pues sí, Bettina, aquí estoy, con mis eternos dilemas.
Nada de qué preocuparse. Un besote.

Michell Pérez Acosta dijo...

Ivis,
tranquila q el camino es justamente ese y no otro..
Ahh, y se puede escribir una novela, un poemario o lo q sea siendo así como eres..solo q el tiempo parece q se eterniza sobre las págs, pero d q se puede se puede, y a final sale..
Saludos desde mi rincón del Mundo..

Anónimo dijo...

Hola Ivis,
Muy buena publicacion, mi personalidad se ve reflejada tambien en tus palabras.

Anónimo dijo...

Yo lo tengo un poco dificil:No soy tan dado a la espontaneidad como tu,soy muy metodico,me planifico cada paso(soy virgo)pero ultimamente tengo una serie de COSAS PENDIENTES que se me estan "atragantando" y me agobia mucho el "querer y no poder"(a veces por falta de ganas)muchas cosas que me gustaria tener resueltas.La diferencia es que a la altura de mis 44 años,con una familia que sacar adelante(entre ellos dos hijos)no hay mucho tiempo para "improvizaciones".Y SI ,yo creo que "Al que madruga,Dios lo ayuda"
Un saludo desde Un madrid que se ilumina de unevo tras el temporal,ROBERTO

Anónimo dijo...

si mi beso te alivia el sufrimiento, entonces recibe uno que valga para tí y para mí

Ivis dijo...

Gracias, Michell, por esas palabras tuyas.
Al final yo soy como el elefante: lenta pero aplastante, jajaja.
Un abrazo.

Anónimo, muchas gracias.

Roberto, suerte que tienes tú de ser así. Yo tengo que trabajar mi voluntad y mi memoria, pero lo lograré, eso espero. Un abrazo. Ojalá resuelvas pronto esas cosas que tienes pendientes.

Anónimo: qué tiernas tus palabras, realmente me han confortado mucho. Gracias.