viernes, 13 de julio de 2007

El buen nombre

Voy a creer que es cierto eso de la sabiduría asiática. El otro día fui al cine a ver "El buen nombre", película india, y me sentí tan identificada que salí llorando (en mi familia somos así, hidráulicos, como dice Mariana, una amiga).

En realidad experimenté una catarsis pues el filme trataba el tema de la emigración, y en él se mostraba el modo de vida de la India, de alguna manera semejante al de mi Cuba, en su caos, en su carácter ancestral, que no es tan primitivo como podría pensarse sino que simplemente se rige por otros valores, algunos de los cuales, por cierto, se han perdido en las sociedades occidentales en virtud de un desarrollo que no sé yo si es evolución o involución.

Pero volviendo a "El buen nombre", qué belleza de película, qué ritmo tan lento y a la vez intenso, lentitud sólo apreciable por aquellos que saben disfrutar del momento, sensualidad extrema la de esos personajes, contenidos en sus demostraciones de afecto, cuánta espiritualidad en cada ritual, cuánta sabiduría, en resumen.
Por cierto, hablando de rituales y de rutinas, últimamente me ha dado por reflexionar acerca de los rituales, y es que yo crecí en una sociedad que renegó de los rituales, de ciertas tradiciones, entre ellas la religión (el opio de los pueblos según el marxismo) por considerarlos "rezagos pequeño burgueses", frase típica de condena para todo lo que fuera refinado, todo lo que no estuviera a la altura (más bien baja) del pueblo, porque aquello era una revolución "del pueblo y para el pueblo".
Bueno, no entraré a analizar la revolución cubana ahora porque me da pereza y estoy segura de que mi punto de vista sería muy parcial y nunca podría llegar a abarcar todo lo que significó (y continúa significando) este fenómeno social.
Pues como decía, reflexionando (estoy como Fidel Castro, haciendo reflexiones) acerca de los rituales he llegado a la conclusión de que son muy importantes, pues entre otras cosas, la capacidad de llevarlos a cabo es lo que nos diferencia de los animales, aunque, ahora que lo pienso, los animales también tienen sus rituales, los perros orinan siempre que pueden en el mismo sitio, los osos marcan los árboles, las arañas danzan antes de aparearse, los gatos se persiguen, en fín, que mi teoría casi se viene abajo, pero bueno, creo que lo que nos diferencia es la capacidad de crear rituales artificiales, que no responden a una necesidad fisiológica, ni a un reflejo condicionado, sino que dependen más bien de la voluntad.
Me maravilla la capacidad que tienen las diferentes civilizaciones de establecer rituales y respetarlos, la base de la cultura, creo yo, viene de ahí (ahora quizás estoy diciendo una soberana obviedad o un soberano disparate, perdonen los entendidos).
En España he visto más tradiciones que en Cuba, cosa lógica puesto que el mío es un país más joven, en el que, además ha pasado este "huracán" al que anteriormente me he referido, devastando todo lo que oliera a viejo, pero sobre todo, no cabe duda de que el peso de los siglos es algo innegable.
Cuando yo llegué a este Viejo Continente, me burlaba de todo, en mi ignorancia, no entendía por qué había que guardar un respeto por cosas tan intangibles, por qué la gente se vestía (con trajes típicos, con disfraces) para determinadas ocasiones sin que hubiera un premio o una obligación. No entendía el orgullo de los apellidos (aún ese orgullo, cuando es exagerado me mueve a risa), no entendía lo que estaba detrás de cada ritual, para mí San Juan, la Semana Santa, la Navidad, no pasaban de ser cuadros pintorescos y a veces, aburridos. Claro, no sabía que detrás de eso están los ideales, las lusiones y, sobre todo, un motivo casi siempre de índole práctica. Por ejemplo, los carnavales, cuyo origen está relacionado con la limpieza del hogar para evitar enfermedades muy comunes en aquella época como la peste, en fin, que todas las tradiciones tienen su porqué, y eso las hace mucho más bonitas que si han surgido de un simple capricho (que las hay).
Uy, hay que ver qué intensa me pongo los sábados por la mañana, me voy a comer algo, porque creo que me he enrollado demasiado y debe ser por hambre. Luego sigo contándoles de la película (hay que ver lo que da de sí una visita al cine).
Hasta pronto.

1 comentario:

Paula dijo...

A mi también me encantó la película, también salí llorando, y también me sentí - en cierta forma - identificada porque hace ya 7 años que me fui de mi país Venezuela, para hacer una vida aquí.
Muy lindo tu post