sábado, 28 de julio de 2007

Ella tenía que salir

Ella no había salido, pobrecita, no entendía que las cosas más importantes a veces se dan por sentado, no sabía su papel fundamental en todo esto. A ella le gusta que se lo digan, porque ella es así, malcriadita.

Y es cierto que jugué un poco a enfadarla, a ver qué iba a decir, porque ella siempre dice (por teléfono, por escrito) y yo obedezco a todo lo que ella dice, porque a las madres hay que hacerles caso, aunque parezcan caprichosas, aunque estén tan lejos que ya no puedan verificar si se cumplieron sus designios. Porque madre hay una sola.

Esta es la mía, y mi abuela materna, Catalina. ¡Como sabe la viejita esa! Un día les hablaré de ella, es un poema.


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