Nunca he hablado de ellos porque no suelen figurar, más bien se distinguen por su discreción, por hacer lo que tienen que hacer cuando hace falta, y por estar ahí siempre, en los momentos difíciles y también en los buenos, siempre dando, abriendo los brazos sin pedir nada a cambio, sin un reproche, una impostura ni -lo que más me admira- una queja.
Les presento a Tony y María, y su hermosa familia, sus (nuestros) amigos y su casa de la montaña donde hemos pasado tan buenos momentos.
Casa de Tony y María, Puigpunyent |
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