Gente de verdad

Ayer fui invitada por unos amigos argentinos, Pepe y Gabriela, a comer en su restaurante Pepe Pintos. Disfruté muchísimo de la conversación y de la inmejorable comida, ya que, tratándose del chef, procuré saborear concienzudamente todo cuando me ofrecían (en mi vida había probado un risotto de setas tan exquisito). Más que nunca, ayer me detuve en los detalles: en los colores, las texturas de los platos, en el sabor del vino un poco amargo, el aroma del café... Para quienes no lo conocen, Pepe decora sus platos como si fueran obras de arte, cuadros comestibles, y es que es un cocinero con gran sensibilidad cuyo hobby favorito después de acabar el trabajo es pintar, como me confesó ayer entre copa y copa de vino. Y lo mejor es que este hobby ha terminado por salirle rentable, pues ya ha vendido dos de sus cuadros, que expone ahí mismo en el restaurante.
Lo cierto es que salí con ganas de volver, y no sólo por la comida, sino por la buena onda de Pepe y Gaby, maravillosos anfitriones y entrañables amigos, sinceros, laboriosos, amenos, gente de verdad. Está de más decir que el restaurante es muy recomendable: alta cocina a un precio razonable, y una carta de vinos muy interesante.

Si quieres, puedes visitar el Blog de Pepe Pintos, o su crítica en la guía Gourmetour

Pepe y Gaby con su preciosa niña, Luciana.