Una vez, cuando era adolescente -más adolescente-, leí una novela de Vargas Vila llamada Ibis, que es como me habría llamado yo si a mi madre no se le hubiera antojado cambiar la b por la v. La leí con devoción, tratando de retener todos los detalles porque para mí el hecho de que hubiera un libro con mi nombre tenía una trascendencia vital. Me aprendí incluso algunas frases, lo cual no era difícil pues la novela estaba llena de frases lapidarias, muy al estilo de Vargas Vila, un tipo con tremendo aguaje y una gran facilidad para componer frases de esas que parecen refranes pero no lo son, ideales para rematar un discurso. Así, a voz de pronto, recuerdo aquella que decía: "la risa es arma formidable: el grito hiere, la carcajada mata", o aquella otra que se me quedó grabada porque me pareció genial: "tener el valor de tus virtudes es un negocio; tener el valor de tus defectos, es el valor" y otras muchas que ahora no me vienen a la mente pero que en su momento subrayé como una loca e incorporé a mi incipiente ideología. Entonces no sabía que Vargas Vila era un reconocido misógino que aseveraba que no hay mujer virtuosa y que para demostrar su teoría, dicen las malas lenguas que no tuvo reparos en seducir a su propia madre, haciéndose pasar por otro (¿será cabrón?). Por suerte yo cuando lo leí estaba libre de prejuicios y referencias, que es como debe uno enfrentarse a cualquier obra, y me quedé sólo con lo bueno, o lo que yo creía que era lo bueno, pues en realidad esta noveleta de inocente no tiene ni una página. Ahora que lo pienso, puede ser que desde entonces se me colara en el alma el bichito de la insatisfacción, o quizás siempre habitó en mí, quién sabe.
Para que se hagan una idea, toda la novela hablaba de la infelicidad a la que, según Vargas Vila, nos aboca el amor. El protagonista, un hombre joven, traicionaba a su maestro y a los ideales de "rectitud" y libertad que éste le había inculcado. Y todo, claro está, por culpa de una mujer (faltaría más, tratándose de este machista irredento). Una mujer que se interponía en la relación entre el muchacho y su maestro, separando al primero de su camino de virtud para luego emponzoñarlo, traicionarlo vilmente (ah, qué aburrimiento). La portada del libro ya anticipaba el tema: una serpiente con cara de mujer.
Cuánto me alegro de no haber nacido en esa época, no lo hubiera podido tolerar, no la discriminación, sino tanta tontería y tanto sermón moralizante, y a Vargas Vila ya le hubiera cantado las cuarenta, de habérmelo cruzado, sabe Dios a cuántas mujeres ayudó a lapidar con su discurso. A mí misma, sin ir más lejos, ideas machistas como ésta, que increíblemente aún perviven en la sociedad, me han hecho mucho daño. A mi madre aún más, y lo peor es que no nos damos cuenta y acabamos reproduciéndolas y es el cuento de nunca acabar. Un ejemplo: el otro día me ví repitiendo una falacia que, a fuerza de escucharla, había terminado por creerme, y ahora me doy cuenta de que esta idea encierra en sí un gérmen nocivo, y que conceptos como éste deben desaparecer de mi repertorio más temprano que tarde. Me refiero a ese mito de que los hombres son más nobles de espíritu y fáciles de tratar que las mujeres, una idea que no es del todo cierta y que ahora ya no me convence, puesto que es falaz e injusta. Mis mejores amigas son mujeres, con quienes tengo ante todo una relación de respeto y cordialidad. Algunas de ellas, yo diría que la mayoría, son más corajudas y capaces que muchos hombres. Inteligentes, asertivas, y tan cariñosas que da gusto relacionarse con ellas. Uno se siente seguro en compañía de una persona así. Ahora bien, aunque todas son diferentes, casi todas comparten entre sí un defecto, que yo también poseo: tenemos la autoestima lacerada. Cada una de nosotras, llámese Inma, Charo, Zuza, Nuria, Susan, Rosa, mi mamá y un largo etcétera, vamos como escoradas por la vida, arrastrando ese pedrusco que nos han entregado sin saber por qué y que no nos atrevemos a soltar, aunque nos pese y nos impida caminar ligeras, erguidas, como caminan esos que tanto admiramos y que a veces son los mismos que sin más miramientos nos pisotean el orgullo.
Para que se hagan una idea, toda la novela hablaba de la infelicidad a la que, según Vargas Vila, nos aboca el amor. El protagonista, un hombre joven, traicionaba a su maestro y a los ideales de "rectitud" y libertad que éste le había inculcado. Y todo, claro está, por culpa de una mujer (faltaría más, tratándose de este machista irredento). Una mujer que se interponía en la relación entre el muchacho y su maestro, separando al primero de su camino de virtud para luego emponzoñarlo, traicionarlo vilmente (ah, qué aburrimiento). La portada del libro ya anticipaba el tema: una serpiente con cara de mujer.
Cuánto me alegro de no haber nacido en esa época, no lo hubiera podido tolerar, no la discriminación, sino tanta tontería y tanto sermón moralizante, y a Vargas Vila ya le hubiera cantado las cuarenta, de habérmelo cruzado, sabe Dios a cuántas mujeres ayudó a lapidar con su discurso. A mí misma, sin ir más lejos, ideas machistas como ésta, que increíblemente aún perviven en la sociedad, me han hecho mucho daño. A mi madre aún más, y lo peor es que no nos damos cuenta y acabamos reproduciéndolas y es el cuento de nunca acabar. Un ejemplo: el otro día me ví repitiendo una falacia que, a fuerza de escucharla, había terminado por creerme, y ahora me doy cuenta de que esta idea encierra en sí un gérmen nocivo, y que conceptos como éste deben desaparecer de mi repertorio más temprano que tarde. Me refiero a ese mito de que los hombres son más nobles de espíritu y fáciles de tratar que las mujeres, una idea que no es del todo cierta y que ahora ya no me convence, puesto que es falaz e injusta. Mis mejores amigas son mujeres, con quienes tengo ante todo una relación de respeto y cordialidad. Algunas de ellas, yo diría que la mayoría, son más corajudas y capaces que muchos hombres. Inteligentes, asertivas, y tan cariñosas que da gusto relacionarse con ellas. Uno se siente seguro en compañía de una persona así. Ahora bien, aunque todas son diferentes, casi todas comparten entre sí un defecto, que yo también poseo: tenemos la autoestima lacerada. Cada una de nosotras, llámese Inma, Charo, Zuza, Nuria, Susan, Rosa, mi mamá y un largo etcétera, vamos como escoradas por la vida, arrastrando ese pedrusco que nos han entregado sin saber por qué y que no nos atrevemos a soltar, aunque nos pese y nos impida caminar ligeras, erguidas, como caminan esos que tanto admiramos y que a veces son los mismos que sin más miramientos nos pisotean el orgullo.
9 comentarios:
Hola Ivis:)
dal mio punto di vista, un post molto interessante!
La vecchia tematica tra uomo e donna. I pregiudizi confronto a voi donne che non dovrebbero esserci nei giorni di oggi, ma purtroppo ci sono ancora. Miglior esempio: la politica.
Ho spesso la sensazione che le donne vengono messe nella politica, per giustificare appunto di non esserci questi pregiudizi contro il vostro genere. Peró nello stesso tempo, sono li, ma non arrivano mai in cima, o meglio, non ce li fanno arrivare!
Donne nella storia hanno contribuito parecchio a delle riforme, all'arte, alla cultura, alla storia. Speciamente qui da noi in Europa.
Ricordiamo alcuni nomi come Maria Montessori, Artemisia, Katharina la grande, Indira Ghandi....eccetera....eccetera.
Troppi per citarli tutti qui!
Io sinceramente mi ritengo molto fortunato perché ho avuto un padre che mi insegnó molto presto a giovanissima etá il valore della donna, e il rispetto che si deve dare.
Anche mettendo in pratica questo insegnamento, dato che sono cresciuto con una madre molto ammalata, e che quindi i lavori domestici a casa moltissime volte li facevamo "noi uomini".
Secondo me, il machismo rappresenta solo una forma di autodifesa, per non manifestare ció che questi cosidetti macho provano verso donne inteligenti ed emancipate. Cioé, PAURA ;)
Bel Post Ivis,
Un abbraccio da Colonia,
Salva ;)
Que suerte que a tu mama se le ocurrio cambiar la B por V, sino estarias como la mujer la de portada de ese dichoso librito.
AH, y no creas que todas las mujeres son iguales, las norteamericanas son bien marimachas, nada de esa culpa de la que hablas, ellas se las arreglan solas sin necesidad de un macho. Eso es solo dentro del mundo latino.
Ivis,
afloja q estás tirando con mauser !!...feminismo fundamentalista crudo y duro d verdad...jej..
Bueno, sigue dándole duro ahí.
Saludos desde mi rincón del Mundo.
Ivis.
El machismo ha sido culpa nuestra también pero ya nos vamos dando nuestro lugar.
Pues a mi me parece que Ivis no esta siendo feminista, simplemente esta siendo justa. machistas son lso que creen que los hombres son mas nobles.
Yo soy de las que pienso que virtudes como la nobleza no va ni con hombres ni con mujeres. va con la persona.
Pero si creo, como Ivis, que la mujer en general, tiene menos autoestima que el hombre. he conocido pocos casos en que si. yo soy tambien un claro ejemplo de mujer que no tiene suficiente autoestima. siempre pienso en mis defectos mas que en mis virtudes.
buen post, Ivis. saluditos.
Es una mezcla de autoestima y valor para ser una y decir y actuar como se piensa.
Querido Salva, gracias por tus comentarios, a propósito te digo que en Europa me llamó la atención que los salarios de los hombres en muchísimas ocasiones sean superiores a los de las mujeres de igual categoría, qué injusticia, ¿no?
Un abrazo, lindo.
Primo, no sé, tengo mis dudas, aquí en Europa también hay bastante emancipación de la mujer, pero al menos aquí en España no ha llegado a todos los sectores de la sociedad.
Michell, qué gracia, pero no creo que esté exagerando, aunque si exagero permítemelo, han sido demasiados años de tolerancia para con los hombres.
Armienne, Liset, mis saludos y respetos. Liset, gracias por tu apoyo. Un abrazo, linda.
Si todas las mujeres que como tú dicen no tener suficientemente alta la autoestima, pensarán así, el mundo sería distinto, mejor con seguridad.
Jajaja, la verdad que para tener baja la autoestima no soy nada tímida, ¿no? Pero una cosa es en teoría y otra muy distinta en la práctica.
Un saludo.
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