Comenzaré aquí a publicar algunos reportajes que he ido publicando en el periódico Baleares Sin Fronteras y que tratan sobre el tema de la inmigración. Espero que aunque en diferente contexto, sirvan a aquellos que como yo viven fuera de su país de origen.
Empezando desde cero
Dicen que el primer año como inmigrantes es el más difícil, y es cierto pues en este período se junta todo lo malo que entraña esta difícil decisión. A la ausencia de los seres queridos y de la tierra que nos vio nacer se le une la incertidumbre de caminar por un terreno desconocido y, en muchos casos, adverso.
Son innumerables los cambios a los que se enfrenta una persona recién llegada, a veces tan simples como los olores, sonidos, sabores… en estos momentos echamos de menos a todo lo que antes nos resultaba familiar, incluso lo que aborrecíamos, es algo natural.
Es frecuente la sensación de estar completamente desubicados, de no tener ni idea de cómo funcionan las cosas (lo que en el país de uno es de buen gusto con frecuencia es aquí lo contrario, o ni siquiera se conoce). Si a esto le sumamos otros factores adversos como el desconocimiento de la lengua, el no tener papeles, trabajo, y todo el rosario de infortunios por el que pasan casi todos los emigrantes, tendremos a un individuo voluble, estresado y con grandes posibilidades de sufrir un trauma adaptativo que le deje secuelas mentales y físicas.
La migración es un cambio vital que tiene aspectos positivos pero también tiene una parte de estrés y duelo1 migratorio. Este duelo es múltiple: la lengua, la cultura, las tradiciones, la tierra, la familia, el estatus social y el económico, el hogar... todo cambia cuando llegamos a un nuevo lugar a vivir, y esto puede hacer que idealicemos lo que dejamos atrás hasta un límite casi enfermizo, y que nos sintamos con pocos deseos de integrarnos a la nueva sociedad, de luchar por una vida mejor, que es el principal motivo por el que hemos venido muchos de nosotros.
Para conocer un poco más sobre el tema hemos conversado con Mirna Frascarelli, psicóloga uruguaya que a su vez ha vivido en su propia persona la experiencia de emigrar. A decir de Mirna “nunca se parte de cero, desde el punto de vista psicológico, porque aunque cambies de país y de entorno siempre llevas contigo tu memoria”.
“Cada cosa que vives –continúa la psicoterapeuta- cobra un significado diferente de acuerdo a tu historia y al lugar de donde partes. Hay cosas comunes a este primer año, pero también hay un registro muy personal, así como un significado propio.”
Según Frascarelli, procesar los cambios y emociones sólo es posible a partir de que se comprenda qué significan para cada uno y con qué cosas de la historia personal se unen (el momento de la vida en que se encontraba la persona cuando tomó la decisión, las herramientas con que cuenta, etc.).
Asimismo, en dependencia de las herramientas con que cuenta cada uno, se podrá afrontar mejor este presente incierto. La incertidumbre es la palabra que en su opinión describe mejor a esta etapa.
Por último comenta la especialista que no es posible evitar el dolor del duelo, pero sí desarrollar una gran conciencia de las vivencias, que permita que lo que se viva no sea un trauma insuperable y que sea posible el proceso de adaptación. Es necesario comprender las vivencias y canalizarlas. Aquí juega un papel muy importante la “resiliencia”, o lo que es lo mismo, la resistencia a los traumas que tenga cada persona.
También es muy importante la red de apoyo con que se cuente. En este sentido, esta especialista realiza terapias de grupo, donde se trabaja en dos cuestiones fundamentales: aprender a aceptar la pérdida de lo que se deja atrás y aprender a valorar lo nuevo, ya que es muy importante no idealizar lo perdido.
La adaptación al nuevo entorno será más rápida o lenta dependiendo en gran medida del grado de elaboración del proceso migratorio, o sea, si éste ha sido voluntario o forzado por motivos de otra índole diferentes del económico.
Si el proyecto migratorio se ha elaborado bien y es realista, esto ayudará al inmigrante a superar las situaciones difíciles y a evitar situaciones del estrés y frustración que puede afectar, sobre todo, su salud mental.
Algunos consejos prácticos
La integración no sólo depende de la ayuda externa, sino de otros factores en los que es muy importante la actitud que se asuma, entre más activamente participemos en esta nueva etapa de nuestra vida, más pronto nos adaptaremos a ella.
Un detalle de vital importancia es tomar todas las medidas para legalizar nuestra situación lo antes posible. Pues de ello depende nuestro bienestar posterior (tener o no papeles, poder trabajar, poder recibir asistencia sanitaria en cualquier circunstancia, etc.). Ante las dudas es necesario pedir ayuda a asociaciones de inmigrantes o a personas que han pasado por la misma situación, o sea, buscar una red de apoyo.
Desde el punto de vista objetivo es imprescindible empadronarse, ya que esto permite tener acceso a la seguridad social. Asímismo vale la pena acercarse a la administración para informarse de recursos existentes para ayudar a cubrir las necesidades básicas y por último es muy útil aprender la lengua, ya sea el castellano y, puesto que estamos en Baleares, el catalán.
4 comentarios:
Hola Ivis:
Muy bueno este artículo sobre el prijer año del inmigrante. No había leído nada igual sobre el tema. Creo que su función sicológica la cumple perfectamente.
Y sobre el artículo de tu mamá gimnasta, ¿que añadir? Nosotros la vimos competir y la aplaudimos.
Un abrazo
Francisco da Coruña
Muchas gracias, Francisco, por tus comentarios. Este y otros temas derivados de la inmigración me resultan muy interesantes y modestamente he intentdo profundizar en ellos con un planteamiento: ahora que estamos aquí ¿qué tenemos que hacer para integrarnos? ¿Qué problemas surgen y cómo resolverlos? Este tema me gusta mucho y tiene mucha tela por donde cortar. Saludos.
No está nada mal tu ensayo para ser Microbiologa como dices que eres...
No, en serio: está muy bueno. Yo tampoco habia leido nada similar.
Saludos,
Al Godar
Hola Al, muchas gracias. Dicen que el hábitohace al monje, yo como microbióloga hoy por hoy no podría ganarme la vida, ahora, como periodista... ya son otros 20 pesos. ¡Saludos!
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