Los tópicos, que tanta gracia causan a veces, en otras ocasiones nos afectan
En una visita a Mallorca, la embajadora de Colombia en España, Noemí Sanín, abogó por eliminar el tópico que enlaza a los colombianos con el narcotráfico, argumentando, entre otros datos, que ésta es la comunidad extranjera con el índice de criminalidad "más bajo, casi igual al español”. En este caso se pone de manifiesto un estereotipo muy extendido con respecto a los oriundos de este país latinoamericano.
Los estereotipos, que no son más que “creencias, ideas y sentimientos negativos o positivos hacia ciertas personas pertenecientes a un grupo determinado”, son más comunes de lo que se piensa, y están presentes en todas las culturas. Nadie se libra de ellos, pues ¿quién no ha cometido alguna vez la ingenuidad de juzgar a primera vista?
Los estereotipos en sí no son malos, pues a veces pueden jugar a nuestro favor y hasta ser graciosos, por ejemplo, cuando se relaciona a los latinos con la sangre caliente y la simpatía, o a los asiáticos con la laboriosidad y el tesón. Estas conclusiones, aunque simplistas, a veces no incomodan, pero: ¿qué pasa cuando es lo contrario? ¿cuando estas ideas deterioran la imagen de nuestra comunidad? O peor, ¿qué pasa cuando estos prejuicios son usados como argumento para la discriminación y la xenofobia? Entonces ya no es cosa de risa.
Por lo general los estereotipos hacen más daño que bien, tanto a quien los sufre, como a quien los tiene, pues la realidad es siempre más plural y posee infinitamente más matices que las apariencias. Quien juzga a la ligera, basándose solamente en la primera impresión, se pierde una buena oportunidad de profundizar, llegar a la esencia de las personas, se queda en lo superficial.
Estas generalizaciones llevan en sí una parte de verdad (nadie puede desmentir que los latinos sean por lo general alegres y apasionados o que los asiáticos sean trabajadores), pero contienen también una parte de exageración y de error (los latinos también pueden ser amargados o trabajadores y los asiáticos, vagos y alegres), y aquí llegamos a lo esencial del tema: las generalizaciones nos conducen muchas veces a conclusiones equivocadas. Las apariencias engañan.
Desafortunadamente, los estereotipos también sirven para discriminar al otro. Los prejuicios racistas existen, no hablamos de ejemplos abstractos, sino que los inmigrantes los vemos (o sufrimos) cada día. Ejemplos hay cientos: está el mito de la mujer fácil, que afecta tanto a latinas como a europeas del este; el mito del hombre violento, que se le achaca a europeos del este (rumanos, búlgaros), así como a musulmanes, sobre todo a raíz de diversos episodios de violencia terrorista que han desatado en la opinión pública la “islamofobia”. Asimismo encontramos el tópico del latinoamericano perezoso, el de la mujer musulmana sumisa y religiosa, está la discriminación hacia el africano por su color de piel, o por considerarlos salvajes e iletrados, en fin, tantos y tantos tópicos que figuran incluso en los titulares de la prensa, y que demuestran, o desconocimiento de nuestras culturas, o actitudes intolerantes y xenófobas que más vale no tomar en cuenta. Ya el tiempo se encargará de desmentir los tópicos y hacer valer la realidad.
Algunas opiniones acerca de los prejuicios y la discriminación
En una visita a Mallorca, la embajadora de Colombia en España, Noemí Sanín, abogó por eliminar el tópico que enlaza a los colombianos con el narcotráfico, argumentando, entre otros datos, que ésta es la comunidad extranjera con el índice de criminalidad "más bajo, casi igual al español”. En este caso se pone de manifiesto un estereotipo muy extendido con respecto a los oriundos de este país latinoamericano.
Los estereotipos, que no son más que “creencias, ideas y sentimientos negativos o positivos hacia ciertas personas pertenecientes a un grupo determinado”, son más comunes de lo que se piensa, y están presentes en todas las culturas. Nadie se libra de ellos, pues ¿quién no ha cometido alguna vez la ingenuidad de juzgar a primera vista?
Los estereotipos en sí no son malos, pues a veces pueden jugar a nuestro favor y hasta ser graciosos, por ejemplo, cuando se relaciona a los latinos con la sangre caliente y la simpatía, o a los asiáticos con la laboriosidad y el tesón. Estas conclusiones, aunque simplistas, a veces no incomodan, pero: ¿qué pasa cuando es lo contrario? ¿cuando estas ideas deterioran la imagen de nuestra comunidad? O peor, ¿qué pasa cuando estos prejuicios son usados como argumento para la discriminación y la xenofobia? Entonces ya no es cosa de risa.
Por lo general los estereotipos hacen más daño que bien, tanto a quien los sufre, como a quien los tiene, pues la realidad es siempre más plural y posee infinitamente más matices que las apariencias. Quien juzga a la ligera, basándose solamente en la primera impresión, se pierde una buena oportunidad de profundizar, llegar a la esencia de las personas, se queda en lo superficial.
Estas generalizaciones llevan en sí una parte de verdad (nadie puede desmentir que los latinos sean por lo general alegres y apasionados o que los asiáticos sean trabajadores), pero contienen también una parte de exageración y de error (los latinos también pueden ser amargados o trabajadores y los asiáticos, vagos y alegres), y aquí llegamos a lo esencial del tema: las generalizaciones nos conducen muchas veces a conclusiones equivocadas. Las apariencias engañan.
Desafortunadamente, los estereotipos también sirven para discriminar al otro. Los prejuicios racistas existen, no hablamos de ejemplos abstractos, sino que los inmigrantes los vemos (o sufrimos) cada día. Ejemplos hay cientos: está el mito de la mujer fácil, que afecta tanto a latinas como a europeas del este; el mito del hombre violento, que se le achaca a europeos del este (rumanos, búlgaros), así como a musulmanes, sobre todo a raíz de diversos episodios de violencia terrorista que han desatado en la opinión pública la “islamofobia”. Asimismo encontramos el tópico del latinoamericano perezoso, el de la mujer musulmana sumisa y religiosa, está la discriminación hacia el africano por su color de piel, o por considerarlos salvajes e iletrados, en fin, tantos y tantos tópicos que figuran incluso en los titulares de la prensa, y que demuestran, o desconocimiento de nuestras culturas, o actitudes intolerantes y xenófobas que más vale no tomar en cuenta. Ya el tiempo se encargará de desmentir los tópicos y hacer valer la realidad.
Algunas opiniones acerca de los prejuicios y la discriminación
Ramiro Infante, cubano, llegó hace nueve años a Mallorca
“Nunca me he sentido discriminado, al contrario, siempre me han acogido muy bien como cubano, aunque en muchos casos piensan que sólo servimos de la cintura para abajo (bailar, etc...) y eso es un tópico de muy mal gusto. Por otra parte existe cierta fama de que no nos gusta trabajar y que pasamos de todo. También a veces se nos acusa de irresponsables e impuntuales.
Si somos bailadores, si tenemos un sentido del humor diferente, si tratamos las relaciones de la pareja y la sexualidad en general de manera mas desinhibida, esto no quiere decir que seamos más ligones, pero sí diferentes. Es el clima, el sincretismo y la idiosincrasia lo que nos define en estos casos. Y no por eso todos los cubanos son como Dinio, ni todas las cubanas son ‘jineteras’. Somos diferentes y es justamente la ‘diferencia’ la que crea determinados tópicos en la mente de la gente. Es difícil aceptar que somos diferentes y que no obstante debemos tener los mismos derechos.
Luisa Alonso, mallorquina, hija de una inmigrante marroquí
“Creo que hay muchos tipos de racismo, no es lo mismo ser inmigrante blanco que inmigrante negro. El color de piel creo que incita al rechazo, el moreno no gusta, es así, da igual de donde seas, lo oscuro da miedo (se ríe).
Yo como hija de inmigrante he visto y he sentido el racismo a través de mi mamá; su color de piel no delata nada pero cuando habla sí, entonces viene la pregunta de rigor: "¿de dónde es usted?" Y cuando dice de dónde es, la expresión de la cara del que habla cambia, es así. De todas formas el hecho de que mi mamá vista como una europea le ha ayudado a no sentir las miradas por la calle, el turbante y la chilaba llaman la atención y no gustan. Creo que hay una doble moral sobre este tema,
Ha habido anécdotas muy feas, por ejemplo se han reído en su cara de su nombre, al principio de llegar tuvo que luchar mucho con el idioma, ella se esforzaba en hablar castellano pero hacían como que no la entendían... más de una vez se fue de una tienda sin comprar nada porque le decían que hablase ¡en cristiano! Sus inicios fueron duros, ahora ella se ríe de todo eso... pero cuando escucha una música árabe, llora.
Yo creo que gracias a ella no tengo ningún prejuicio, creo sinceramente que todos somos iguales.
* Reportaje publicado en Baleares Sin Fronteras
5 comentarios:
Me gustó mucho ese reportaje. Yo siempre he vivido en Estados Unidos. Ahora España es también un país de inmigrantes. Cuando era joven y en España casi no había inmigrantes, me quería ir para allá. Ahora me sorprendo con la cantidad de cubanos que han ido directamente a España, y a Alemania, los países nórdicos etc. Hasta en Australia! Me alegro de que te sientas bien allá. Es cierto que las pobres musulmanas, en especial si son marroquíes, no la han de pasar muy bien en España. Aún si se visten como europeas y su físico no las delate. Como bien cuenta esa señora. No sé cómo se sentirán los cubanos allá. Supongo que bien y que se adapeten mejor. Bueno, al menos allá se disfruta más de la vida.
Muchas gracias, anónimo. En mi modesta opinión, los cubanos se sienten bastante bien en España, en comparación con otros países. Es obvio el vínculo que nos une a la llamada "2madre patria", y además, cada vez hay más compatriotas por aqui, y más conocimiento de nuestra cultura. Por si fuera poco, somos bien recibidos por aquella nostalgia que aún queda de nuestra tierra y esto, consideraciones éticas aparte, nos favorece. Un saludo, querido anónimo.
pues yo no estoy de acuerdo aqui en España no tratan bien a nadie que no sea de pura sangre,a mi por ejemplo me han llamado sudaca en muchas ocasiones,y creen que jamas he visto un mundo diferente al de ellos,los mejores del mundo a veces deseo irme escapar,volar a ese lugar donde no juzguen por raza,por color,tan lindos que son los colores,las mezclas,pobre señora marroqui me dio pena por ella que injusto tener que cambiar tus costumbres para pedir un pan
Bueno, hay de todo y hay mucha gente ignorante y que se cree dueña de la tierra, como si este mundo no fuera de todos. Pero yo particularmente creo que hablando la gente se entiende y con buenas obras uno (que al final es el que viene de fuera y llegó después) puede demostrar que esos prejuicios son infundados. Pero sobre todas las cosas yo soy de la opinión de que hay que dejar a un lado los rencores, saber perdonar la ignorancia de algunos.
Hola Ivis:
Estoy de acuerdo contigo en lo que dices. Yo, ante esos actos de racismo y xenofibia que sufro, me digo siempre lo mismo:
"NADIE DIJO QUE ESTO IBA A SER FÁCIL".
Luego me acuerdo de los camellos, de los 15 dólares al mes que ganaba allí, de lo apegado que estoy ahora al Internet, y haciendo esa cuenta se me pasa el mal rato. Eso sí, ahora desde que he visto a esos que han pegado en el Metro, me cuido muchísimo. Creo que me podré a correr, para mejorar mi registro de los 400 metros lisos, por si me hace falta algún día.
Ah, y como siempre me quedo con lo positivo y gracioso, nunca me olvidaré de la vez que fui a comprar condones, y la chica me dio una caja de ellos, pero que eran XXL, ahí tienes otro estereotipo, jejeje.
Besitos:
Tadeo
Publicar un comentario