No sé si sabes que
ya no tengo vasos,
se me han roto todos
con no poca impotencia por mi parte.
No hay nada peor
que un vaso roto
y luego otro
y otro.
No todos de golpe
de un zarpazo
violento y estridente.
Sino de uno en uno y en silencio
disimuladamente,
para llenar tu espíritu de pena,
de esa impotencia que causan
los vasos al romperse,
porque, por lo general
nunca vuelven a ser lo mismo,
y hay que botarlos
y limpiar aquí y allá…
Mierda de vasos.
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