Tú me persigues a mí y yo persigo la belleza.
Y un lugar tranquilo para pensar
y para no hacer nada.
La poesía, sí, la poesía,
ese hobby de vagos soñadores.
Tiempo para pensar y deprimirse,
para pensar y alegrarse,
para pensar…
Para evadirse tras delirios de grandeza,
de estos días pequeños y mezquinos.
No hay alegría como la del sueño
no hay más tristezas que abrir los ojos
y ver el mundo lleno de truhanes y suicidas.
Sí, ya lo sabes, no vivo en este mundo,
confieso de una vez que vengo de lo eterno.
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