sábado, 31 de enero de 2009

Encuentro con el azar - Julio Cortázar

No sé a ustedes, pero a mí me ha pasado eso de pensar en una persona y encontrármela, y en más de una ocasión. ¿Es eso azar? ¿Es casualidad o causalidad? Argumente su respuesta.

10 comentarios:

Unknown dijo...

http://es.wikipedia.org/wiki/Azar Bueno querida Ivis ahora estamos en el camino , ya que Internet nos muestra lo quew se sabe hace tanto pues que lo disfrutes.
En lo personal no tengo nada que agregar ...o si...DESTINO. un CARIÑOSO SALUDO

GaviotaZalas dijo...

azar es cuando te sucede una vez pienso, lo llamo filos invisibles, queria abrir algunos post referente al tema pero no me decido a revelar mi lado misterioso...saludos

Yo soy Medea dijo...

A mi me ha pasado mas de una vez y nunca le he encontrado explicacion.

Ivis dijo...

Pues a mí me tiene intrigada este fenómeno maravilloso que es el azar y las coincidencias que no son tan casuales como pudieran parecer a simple vista. Me atrae de verdad este tema voy a ver si leo más sobre el mismo.

GaviotaZalas dijo...

dije filo queria decir Hilos , disculpen pero mezclo los significados de las palabras entre el italiano t el espannol...saludos a las dos.

pd:-Si les contara sobre el tema, estariamos aqui para rato.

Lbellop dijo...

Hola Ivis, sin dudas es un tema interesante, a veces he tratado de darle una explicacion mas "cientifica" a eso que tambien me ha pasado y pienso que hay mucha informacion que nos llega al cerebro y las procesamos y no nos damos cuenta. Por ejemplo a veces alguien nos cae Bien o Mal, de gratis y no tenemos ninguna explicacion racional para explicar eso, en mi opinion eso se debe a informacion captadas tanto visual como por otras vias, que no somos conscientes.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Creo que una buena idea sería buscar explicación a ese tema indagando en las raíces antropológicas del ser humano.

Alguna vez he escuchado que nuestro cerebro funciona por asociación de ideas lo cual debe significar algo así como que cuando nuestro cerebro se pregunta de qué color es un objeto de color rojo, el cerebro interpreta que es rojo por que se dan dos premisas: por un lado lo asocia a la idea de "rojo" que el cerebro interiorizó en su más tierna infancia, y por otro lado, por que confirma ese hecho comparando el objeto en cuestión con la idea de verde, de amarillo, de líla, y así sucesivamente, terminando por confirmar que el objeto en cuestión no es sino rojo.

Dicho así puede parecer una solemne tontería, pero yo entiendo que ese razonamiento es el que utiliza un médico para diagnosticarnos una gastroenteritis aguda o el técnico del gas cuando mira de localizar una fuga debajo del fogón.

Si aceptamos que el cerebro es capaz de asociar una cantidad ingente de datos cada instante, acabaremos por poder preguntarnos en qué medida lo que nuestro cerebro procesa en un momento determinado está (o no) relacionado con lo procesado, por ejemplo, un minuto antes, dos minutos antes, siete minutos antes, o, por ejemplo, dos días antes.

No me parece descabellado pensar que el fruto de todo ese análisis, la suma de todo ese ronroneo de pensamiento basado en la asociación y comparación de lo previamente experimentado, haciendo uso de la maquinaria de pensamiento que la evolución nos ha otorgado, confieren al cerebro la posibilidad de ubicarse (de ubicarnos) en el tiempo-espacio. Gracias a ese ronroneo sabemos quienes somos, dónde estamos, por qué estamos donde estamos, o incluso con qué propósito nos fuimos aproximando al lugar en que estamos pensando dónde estamos. Se me ocurre que si llevamos al extremo ese procedimiento, acabaremos por conformar la base de la entidad de cada uno de nosotros como personas, por que las personas no somos más que sumas de pasado atadas por la maquinaria asociadora de ideas que nos confiere un puñado de genes.

Claro. La sorpresa que se llevan las neuronas cuando internamente comprueban que lo que están procesando en un momento dado "casualmente" coincide con lo que les llega "desde el futuro" a través del canal de los sentidos, debe ser ingente. Realmente, si yo fuera un haz de neuronas, alucinaría con el hecho de que justo cuando estaba invocando a una persona con mi pensamiento, de repente apareciera por el nervio óptico, cual chorro de agua potable al girar el grifo de la cocina, y me preguntaría, (como lo has hecho tú), en qué medida no estoy confundiendo la casualidad con la causalidad.

Y, aunque sólo fuera para ofrecerme a tus ojos, ni corto ni perezoso sometería el acontecimiento a cribas de pensamiento cada vez más críticas, como con falsa modestia me he permitido hacer; y es que descifrar, o mejor dicho, confirmar que existe la causalidad en ese proceso y poder descifrarla, además, abriría la posibilidad de que el ser humano pudiera saciar su sed con sólo pensar en el grifo de la cocina, o la posibilidad de poder abrazar a un ser amado sólo con invocarlo. Ahí es nada.

Pero me da que no. Me da la impresión de que la potencia que tenemos las personas para invocar mentalmente determinados hechos y que sucedan es sumamente limitada. Me da que es mucho más probable que se tornen verdaderas, hipótesis como las siguientes:

A: Que aparezca Juanito por la puerta cuando estabas pensando en Juantio, en Fulanito y en Menganito y en 14 personas más, (con lo que la probabilidad de que apareciera cualquiera de ellos pasa a ser mucho más grande que la de que apareciera uno de ellos en particular, en este caso Juanito). Es decir, bajo mi punto de vista considero como viable la posibilidad de que nuestro cerebro potencie la alegría de haberse topado con alguien con quien en realidad sí que estaba pensando, e implícitamente olvide (reprima) la consideración de que estaba pensando en 17 personas a la vez y que por tanto era muy probable que apareciera por la puerta uno de esos 17. ¿Somos realmente conscientes de todo lo que pensamos? ¿Por qué no aceptar que tendemos a magnificar hechos que simplemente son necesarios? (Yo magnificaría que me tocara a mí la lotería de Navidad, dejando de darle la carga que merece al hecho de que todos los números están en el bombo).

B: Que tu cerebro te engañe pensando que estabas pensando en Juanito antes de que apareciera por la puerta cuando en realidad ha empezado a pensarlo después. Esta es la explicación que tengo entendido que se le da a la sensación de Déjà vu. (El cerebro va más rápido de lo que creemos, tanto que llega a confundir futuro con pasado).

C: Que ni siquiera te hayas planteado que pasas "demasiadas" horas pensando en una persona determinada, y por consiguiente, que sea muy alta la probabilidad de que cuando esa persona aparezca por la puerta, dé la "casualidad" de que estás pensando en ella. Eso es lo que me pasaba particularmente a mí con mi última “ex”: cada vez que sonaba el teléfono móvil, y veía su bonito nombre en el display, arrancaba yo la conversación diciendo, "cariño, a que no sabes lo que estaba haciendo cuando ha empezado a sonar el teléfono? ¡Has vuelto a sorprenderme pensando en ti!". Y es que, claro; de las 24 horas que tiene el día me pasaba 18 pensando en ella y 8 soñando con ella. (Un cerebro en fase obsesiva tiene todos los números para ser sorprendido pensando en una obsesión).

D: Que pienses que va a aparecer por la puerta Fulanito por que tienes indicios fundados de que va a aparecer. Imagina que has escuchado el sonido del motor de su coche desde la ventana mientras aparcaba, y que ni siquiera seas consciente de que conoces ese sonido. O su olor… (Nuestro cerebro procesa más información de la que creemos que procesa)

E: Que la descalificación que he hecho en la introducción de estos puntos no proceda; es decir, que realmente haya personas que tienen una ingente potencia mental para dominar los acontecimientos de su alrededor. Esta premisa no la valoraré.

F: Que el tema tenga una explicación metafísica, en la que el ser humano se limite a "alucinar" boquiabierto observando energías externas capaces de deformar el tiempo-espacio (que nada tengan que ver con ninguno de los dos sujetos), y que a los efectos de estos renglones, me permito calificar como divinas...

Y creo que no estoy diciendo ninguna majadería. Si prestamos atención a lo que sucede a nuestro alrededor, a lo que vemos en las noticias de la tele, a lo que nos cuentan personas de confianza, al ingente número de casualidades y de acontecimientos inverosímiles que conforman nuestro devenir, debemos plantearnos aceptar que hay algo “sospechoso” en todo ello. Pero sucede que nos resulta incómodo rendirnos a esa evidencia, y arriesgado analizarla, por que da miedo. A mí me da.

De hecho, me atrevería a decir que ha sido ese tipo de incertidumbres derivadas de esas casualidades, las que han llevado al ser humano a la consideración de la existencia de un más allá, en el que el vivir fuera más fácil. Un lugar idílico en el que cupieran todas o casi todas las explicaciones, en la que incluso el miedo tuviera una explicación, una explicación que le hiciera perder su identidad para que, por tanto, quedara abolida su existencia.

Siguiendo ese hilo, ¿qué es lo que más miedo nos da? Me permito opinar que una de las primeras consecuencias de la asociación de ideas, fue que el hombre primitivo comenzara a enterrar a sus muertos, en tanto que veían en el cadáver el producto de la casualidad (le ha tocado a él pero me podría haber tocado a mí), y el reflejo de su propio futuro (tarde o temprano me va a tocar a mí).

Los adoraban en ritos y los dotaban de alimentos para un largo viaje ¿?, y en la aceptación de que a partir de entonces debían pasar el resto de su vida privada de la compañía del (ya) difunto, y en tanto que querían otorgarle al difunto ser amado un mundo mejor, se proyectaban en él cediéndole riquezas. Pero sobre todo los enterraban en un acto solemne por que así, el muerto dejaba de morir, igual que iban a dejar de morir los oradores cuando murieran.

Qué osadía la mía, ¿no? De la consideración del las casualidades y asociando de ideas, me he atrevido a dar una respuesta “argumentada” (con un carisma mucho menos humilde del que subrayas en Cortázar), a la existencia de divinidades que mueven los hilos.

El “punto G” contemplaría el análisis de la combinación asociada de dos o más de las hipótesis anteriores.

Un beso.




Zaratrusta

Queseto dijo...

¡coj..., Zaratustra! Eso es lo que yo llamo ir al grano... ;)

Anónimo dijo...
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