A veces me parece que la libertad no existe.
Cuando miro a mi alrededor veo hombres y mujeres encadenados por lazos invisibles danzando caóticamente en un espacio limitado, alzándose unos sobre otros para sobresalir, como en un castillo humano. Cayéndose, levantándose, fornicando, conversando, peleando... y todo sin salirse del tablero.
Sin embargo a su manera cada uno de ellos se siente libre para elegir... elegir si tomar el café frío o caliente, elegir con quién irse a la cama, o qué canal de televisión ver. Es triste pero es así.
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