Estoy experimentando una quietud semejante al silencio que se siente bajo el mar. Ya no deseo con vehemencia cosas que están fuera de mi alcance, sino que voy amoldando mis expectativas para ser más feliz con las cosas y las personas que tengo a mi alrededor. Y lo voy logrando, de momento, y este pequeño cambio de postura representa en mí un avance gigantesco: toda una vida deseando lo imposible y justo ahora me doy cuenta de que el secreto está en desear lo posible y sobre todo en desear ser feliz (se vive mejor y no se pierde la ilusión).
"Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz", dicen que dijo Martí. Cuánta razón tenía.
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