viernes, 4 de septiembre de 2009

Reflexionar sobre la nada


Últimamente cada vez que me pongo a escribir en este blog siento sobre mis hombros la presión de tener que sacar alguna conclusión inteligente sobre la vida, sobre las cosas, y eso me parece patético. No hay nada tan banal como la grandilocuencia, y nada tan horrible como la grandilocuencia disfrazada de humildad. No pretendo convertir este blog en un libro de autoayuda, así que trataré de cambiar ese tonito de fin del mundo, que "nadie se va a morir, menos ahora" y además, todavía no me saqué el doctorado en humanidades, así que cero reflexiones, que con las del coma-andante ya tenemos de sobra.
A propósito del coma-andante, hace un tiempo bromeaba para mis adentros sobre si debía reunir algunos post de esos que me quedan tan profundos y editarlos bajo el título de "Reflexiones de la compañera Ivis Acosta". Igual hubiera sido un best seller, pero mejor no arriesgarme. Modestia aparte quiero que el día que tenga un libro éste se venda por lo que es y no por una truculenta operación de marketing. Y hablando de esto me acabo de acordar del chiste de Pedro Ros, de quien se dice que estando en una reunión habló del "markéting" y al ver que la gente se reía por lo bajito rectificó: "bueno, el marketín, como sea que se diga". Pobre Pedro Ros, no sé si sería tan bruto como lo pintaban pero los chistes le llovían.
Y bueno ché, qué más, que no vale la pena ponerse tan profundo, rotundo y trascendental para hablar de las cosas. Hoy estoy suave, ¿se dieron cuenta? Me he disparado tres capítulos seguidos de "Men in trees", me gusta esa serie, tiene su cosita, todos son tan amables, simpáticos, compañeristas en Elmo, y además está el tal Jack (Alaska me gusta cada vez más, es que salen unos paisajes...)
¿Por qué a las mujeres nos gustará el modelo de hombre rudo, aventurero, que trabaja con las manos, de pocas palabras? ¿Por qué se perpetúa el estereotipo por los siglos de los siglos a pesar del feminismo cada vez más en boga? Esta serie, sin ir más lejos, habla de una chica moderna e independiente que a pesar de todo su cosmopolitismo acaba por sentirse atraída por el modelo de hombre fuerte que le da seguridad y la protege entre sus brazos. No es que a mí no me guste este tipo de hombre, al contrario, pero me llama la atención que el mundo dé tantas vueltas para venir a parar al mismo sitio. Menos mal que al menos yo no he perdido el tiempo buscando otro modelo que no fuera ése: el clásico. Claro, entre este hombretón y el de las películas de los años 50 existen diferencias. Éste no fuerza a la mujer a hacer nada que ella no desee y es extremadamente respetuoso, tanto, que da más morbo incluso que si no lo fuera, porque siempre queda el aquello de lo que pudo haber sido.
En fín, que los americanos siguen creando estereotipos a destajo, y lo más raro: les siguen funcionando después de tanto tiempo sin cambiarlos apenas. Pero a mí me va bien que así sea: me encantan los clásicos, y los americanos siempre han sido los mejores fabricantes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

cada dia mejor los post de Varela:
http://varela1.blogspot.com/

Anónimo dijo...

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