Defender la alegría como una trinchera 
defenderla del escándalo y la rutina 
de la miseria y los miserables 
de las ausencias transitorias 
y las definitivas 
defender la alegría como un principio 
defenderla del pasmo y las pesadillas 
de los neutrales y de los neutrones 
de las dulces infamias 
y los graves diagnósticos 
defender la alegría como una bandera 
defenderla del rayo y la melancolía 
de los ingenuos y de los canallas 
de la retórica y los paros cardiacos 
de las endemias y las academias 
defender la alegría como un destino 
defenderla del fuego y de los bomberos 
de los suicidas y los homicidas 
de las vacaciones y del agobio 
de la obligación de estar alegres 
defender la alegría como una certeza 
defenderla del óxido y la roña 
de la famosa pátina del tiempo 
del relente y del oportunismo 
de los proxenetas de la risa 
defender la alegría como un derecho 
defenderla de dios y del invierno 
de las mayúsculas y de la muerte 
de los apellidos y las lástimas 
del azar 
                  y también de la alegría
Mario Benedetti.
 
 
3 comentarios:
Magistral...cuánto óxido y cuánta roña asoman en las nuevas rutas del camino bloguero que he andado estos días, pero son degradables, por su propio peso.
te seguimos leyendo con pasión, la que nos transmites con tus escritos
un gran beso desde Reus
Pues sí, Betty. Por eso hay que defender la alegría, incluso de la alegría.
Gracias, Reus, querido. Un beso a los dos.
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